DECLARACIONES PARA ARGENTINA:
"VOLVERÉ MÁS FUERTE"
EL RECUERDO DE HUESCA. "Huesca es mi segunda casa, pero acá en Pamplona también me quieren mucho. El amor y el cariño que tuve en Huesca fue impresionante”
JUGAR CON SU HERMANO QUE CON 18 AÑOS JUEGA DE CENTRAL IZQUIERDO EN BOCA JUNIORS. "Le llevo siete años. Si el fútbol y la vida me lo permiten, quizás con un bastón, pero voy a jugar al lado de él. En el barrio ya lo cumplí, pero me falta profesionalmente"
ADMIRADOR DE RONALDO Y RIQUELME. "Cristiano por como se cuida, como entrena, lo profesional que es. El estilo de juego de Román me gustó desde chiquito. Aunque somos de diferentes estilos de juego".
REPORTAJE DESDE GORRAIZ
EN FASE DE RECUPERACIÓN
Ezequiel es también el
'Comandante', con su saludo a lo Che Guevara cada vez que marca
un gol, dedicado a sus hijas porque un día le dijeron que era el 'comandante de
la familia'. El Chimy, picante desde pequeño como la salsa 'chimichurri', de ahí
su apodo, atiende a Primera Plana cojeando y con muletas, pero más sonriente
que nunca. Después de conocer su historia, cómo podría haber terminado si no
hubiese sido por el fútbol y, según él, por Dios, nos queda claro que es la
vida la que le sonríe. Y en el de arriba busca también la respuesta de su
lesión: "Quizás me dijo 'mira, te rompiste pero tendrás cosas mejores' o
'te haré más fuerte de lo que eres'. Sólo lo sabe él. Quizá me trajo al mundo
para superar guerras y lo seguiré haciendo".
Hace
poco más de un mes que fue intervenido tras romperse el ligamento cruzado
anterior de la rodilla izquierda. Sucedió en el partido de Osasuna contra el
Levante y lo tuvo claro desde el primer instante: "En el gesto ya sentí un
latigazo. El primero en acercarse fue Adrián y le dije claramente que me había
roto". Desde entonces, quirófano, rehabilitación y noches de puro dolor.
Está sorprendido por la cantidad de mensajes que ha recibido en este tiempo:
"Me escribió Roberto Carlos, me llamó Sergio Ramos para ofrecerme ayuda en
la recuperación... jugadores que yo veía de pequeño por la tele. Eso me está
dando más fuerza todavía".
La
lesión llegó en pleno mercado de invierno y con su nombre en los despachos de
clubes como Atlético
de Madrid, Barcelona y Sevilla. Con sonrisa pícara
nos habla de esos 'rumores': "Yo enfocaba la cabeza en la salvación con
Osasuna, no entraba en esa nube. Quizá mi representante ahora cuando vuelva me
diga, tenías esto y esto... Hubo una persona que antes de cada partido me
mandaba un whatsapp y desde que me rompí ya no lo recibí más".
No nos quiere decir su
nombre, y tampoco si venía de un club o de Scaloni, el seleccionador de
Argentina y donde se le esperaba en la siguiente lista. ¿Y la posibilidad de
jugar al lado de Messi?: "Podía haber estado cerca. A todos les gustaría
jugar con él porque es el mejor del mundo. Pero no es un sueño como tal. Todo
eso tiene un proceso y hay que superarlo. En la selección también puede
llegar".
Como siempre, le acompañan su mujer María, con la que lleva
desde los 15 años, y sus dos hijas. Lo que peor lleva son los fines de semana:
"Ahí me ataca un poco la tristeza. El no poder ayudar a los compañeros
dentro del campo, que uno es lo que más anhela. Puede haber días difíciles,
pero no peores momentos. Como el día que salgo con mis hijas y no les puedo
seguir el paso. Vamos despacio pero a paso firme".
Ese es el Chimy, criado en
una villa junto a sus ocho hermanos y su madre, su gran heroína, y a quien
lleva tatuada por varios rincones de su cuerpo. Recuerda lo que sentía cada vez
que jugaba en su barrio y se emociona cuando le decimos que él es la viva
imagen de ese fútbol, cuando le recordamos que iba a entrenar descalzo y a
caballo a las seis de la mañana.
"Cuando me dices potrero
se me pone la piel de gallina. Le he dado de comer a mi familia en un potrero,
pateando un penalti. Cuando veo la canchita me viene a la cabeza felicidad,
cómo jugábamos... Cada vez que entro en un campo quedo con la mente en blanco.
Mis ojos están en los rivales y en la cancha, que es como la de mi barrio.
Intento transmitir en el campo aquella felicidad, aunque un central me quiera
pegar".
Regateando a la muerte
Cuando
le llegó la oportunidad de ser profesional, problemas con la justicia le
apartaron del fútbol durante dos años. Reconoce que no siempre hizo las cosas
bien: "No hice el mal en algo concreto, lo hice muchas veces. El mal viene
de las mentiras, de la traición, de tocar algo que no es tuyo, de envidiar, de
hablar mal de alguien... Eso ya es el mal". El Chimy, con apenas 18 años, pasó a ser albañil
y a vender cartones por las calles de Rosario.
De
aquella época, de aquel entorno, tampoco se olvida: "De los mismos chicos
que jugábamos o estudiábamos juntos, me voy enterando de que falleció aquél,
que otro está en la cárcel... Y pienso 'qué cerca estuve'. Hoy pienso más en mi
familia, trato de meterles a mis hijas en la cabeza la importancia de valorar
las cosas. A mí Dios me dio la oportunidad de estar aquí y no puedo reprocharle
que me he roto, por ejemplo. Es una lesión triste porque uno vive del fútbol
pero, ¿y la gente a la que le falta una pierna o un brazo? A veces cuando estoy
cansado de ir a rehabilitación, pienso en la gente que tiene que ir a hacer terapia
para el cáncer. Lo mío es una miga del pan que se ha comido otra gente.
Entonces, cada día me levanto con más fuerzas y más ganas porque de esto se
sale. De tres o cuatro metros bajo tierra, no".
Sujetado por el de arriba
Pero aún faltaba lo peor. A los 20 años, su hija recién nacida
se estuvo debatiendo entre la vida y la muerte durante más de un mes. Cuando
peor estaba, el 'Chimy' cuenta que sólo le quedó pedir a Dios: "Yo me volví muy creyente en la etapa de la enfermedad de mi
hija. Yo le dije 'Dios, ayúdame'. Cuando uno lo dice de
corazón, empieza a crecer. No iba a ir a una iglesia de hipócrita".
La pequeña se salvó y un casi milagro volvió a suceder en su
vida. Pensó que después de dos años sin jugar y sin tener ni para el bus que le
llevaba al hospital a ver a su hija, el tren del fútbol ya se le había pasado:
"Un día mi mujer me encontró llorando en el baño y me dijo 'Si Dios tiene
un propósito, no lo va a dejar escapar'. Pero yo sentía que se me escapaba el
fútbol. De repente, conocí a mi agente y me dio todo. Ahí sentí que Dios es
poderoso y me volví más creyente. A los 20 años y con 10 kilos más, mis agentes
me consiguieron una oportunidad en San Lorenzo, el equipo del Papa. Me ayudaron
mucho los compañeros más veteranos, que me querían hacer entender el lugar en
el que estaba. Yo venía a la defensiva pensando que me iban a atacar. Me sentía
sapo de otro pozo, pero después ya caí en la cuenta de que Rosario quedó
atrás". De San Lorenzo al Huesca y
ahora el tipo más ovacionado de Osasuna.
Los tatuajes
Los tatuajes colorean la piel del Chimy. En la espalda tiene
una leona que cuida de la manada. Su madre, presente en el pecho y en la
espalda, lleva una pistola en mano porque le llaman 'la guerrillera'. En la
nuca, la Mano de Fátima le ofrece protección. Atrás también tiene un gorila, un
cocodrilo (le protegen) y una jirafa (le da suerte). Los nombres de sus hijas
aparecen en las manos. En el pecho, de lado a lado, se lee 'María' por el
nombre de la mujer con la que se fue a vivir cuando era un adolescente. En los
muslos están las caras de sus hijas y, donde acaba la espalda, Jazmín (el
nombre de su sobrina).
Pero
de todo lo vivido, de todo lo superado, queda mucho en el Chimy. Sobre todo
porque ha sabido reconvertirlo hacia el lado más positivo: "El Chimy
representa lucha, garra y no dar nada por perdido. Sabiendo que si vas ganando
1-0 hay que defenderlo a morir. Todo eso que me ha pasado me ha hecho más
fuerte. Aprendí de chico que todo necesita sacrificio. Fácil no va a venir, eso
es lo que represento en el campo. No voy a esperar en la puerta del área para
que llegue el balón y empujar. Yo voy a intentar fabricar la jugada y el
gol". Eso es lo que representa el Chimy: su vida entera.
¿Le quedan sueños? "Ser
feliz. Vivo el día a día. Mi sueño siempre fue jugar en Primera y tener hijos,
ya lo logré. Ahora mi sueño es que todas las personas tengan la mayor de las
bendiciones". En el campo, quien tenga al Chimy, tendrá más de una. Está
convencido de que Osasuna se va a salvar, "pero sufriendo, porque para
conseguir las cosas hay que sufrir", sentencia. Y vuelve a sonreír.
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