domingo, 3 de noviembre de 2019

CHIMY ÁVILA, POR SU FURIA, SE HA METIDO A LA AFICIÓN ROJILLA EN EL BOTE



El ídolo del Sadar
EZEQUIEL ‘CHIMY’ ÁVILA ES UN EJEMPLO DE SUPERACIÓN HASTA CONVERTIRSE EN UNA REFERENCIA EN PRIMERA DIVISIÓN
El Alavés visitó esta tarde El Sadar, un estadio en el que Osasuna se mantiene invicto esta temporada, en parte gracias a que Ezequiel Chimy Ávila -el apodo se lo pusieron porque es picante como la salsa chimichurri, muy popular en su Argentina natal- ha conseguido contagiar su carácter luchador y su garra al resto del equipo y a su afición. Al delantero, que militó en el Huesca las dos últimas temporadas siendo pieza imprescindible en el ascenso a Primera División del club aragonés y su mejor jugador en la máxima categoría, le han bastado unas pocas jornadas para enamorar a la hinchada rojilla y convertirse actualmente en uno de los referentes del conjunto navarro.
Sus estadísticas goleadoras no son estratosféricas, pero su simple presencia supone un quebradero de cabeza para los defensores rivales. La velocidad y la potencia son sus puntos fuertes. Ávila es infatigable y busca una y otra vez la espalda rival. A pesar de solo medir 1,72 metros, pelea por cada balón aéreo como si fuera el último y termina creando ocasiones a base de insistencia, aunque no ha estado del todo acertado de cara a portería. Con su coraje y pundonor, Chimy Ávila aporta mucho más que goles al esquema de Jagoba Arrasate. El atacante está pasando por un momento dulce en su vida a los 25 años, pero no siempre fue así. Su complicada juventud en Argentina forjó su carácter luchador.
DE ORIGEN HUMILDE 
Ezequiel Ávila nació en la ciudad argentina de Rosario, de donde proviene también Leo Messi. El Chimy se crió en Empalme Graneros, un barrio pobre y conflictivo en el que su vida estuvo cerca de torcerse. Sus padres, que tuvieron nueve hijos, se separaron cuando Ávila aún era un niño. Sin embargo, él no cesó en su empeño de ser futbolista y llegó a tener que montar descalzo a caballo durante media hora para poder acudir a los entrenamientos. Su madre, capaz de sacar nueve hijos adelante por sí sola, fue sin duda una referencia para el ahora delantero de Osasuna, que lleva tatuada una guerrera en el brazo en su honor. Mientras sus amigos se dedicaban a la vida nocturna, Ávila se levantaba a las seis de la madrugada para poder ir a entrenar. Conoció a su mujer cuando tenía catorce años y ella diecisiete y se casó a los dieciocho.
Las innumerables adversidades a las que tuvo que hacer frente estuvieron a punto de terminar con su carrera. De hecho, llegó a dejar el fútbol durante dos temporadas por problemas judiciales para trabajar de albañil, pero la insistencia de su pareja y su representante le dio fuerzas para retomar su sueño. Se formó como futbolista en el Club Atlético Tiro Federal y llegó a viajar a Barcelona en 2010 para probar fortuna en el Espanyol, por aquel entonces entrenado por Mauricio Pochettino. Sin embargo, su aventura duró solo seis meses y tuvo que regresar a Rosario. La recompensa a su esfuerzo llegó a principios de 2015, cuando firmó por San Lorenzo de Almagro por tres temporadas. Allí fue acumulando experiencia y coincidió con el exguardameta Leo Franco en el vestuario, que se convertiría después en su gran valedor como entrenador de la Sociedad Deportiva Huesca, que consiguió su cesión en agosto de 2017.
Esta operación, como no podía ser de otra forma, también supuso un contratiempo para el delantero, ya que su mujer tiene fobia a los aviones y no era capaz de cruzar el charco para acompañar al Chimy en su nueva etapa en Segunda División. Sin embargo, el club aragonés facilitó que regresara a Argentina a por ella y, con ayuda de una pastilla, viajó con él y permitió que Ávila se quedara en Huesca, donde consiguió el ascenso a la máxima categoría del fútbol español esa misma temporada.
LA ENFERMEDAD DE SU HIJA 

No son pocas las adversidades a las que ha tenido que hacer frente el delantero a lo largo de sus 25 años de vida, pero la que más le marcó fue la enfermedad que puso en riesgo la vida de la mayor de sus dos hijas a los pocos días de nacer. Un virus que afectaba a las vías respiratorias mantuvo a su hija dos meses ingresada en una clínica, tiempo en el que sufrió dos paradas cardiorrespiratorias, síntoma de lo difícil que iba a ser para ella sobrevivir. Su mujer y él se aferraron a la religión y una noche, según ha relatado en diversas entrevistas, prometió a Dios cambiar de vida si salvaba a su hija. A la mañana siguiente supo que iba a recibir el alta en 24 horas.
Desde aquella experiencia, Chimy Ávila se ha mostrado siempre como un jugador muy religioso y posiblemente haya influido en que disfrute y viva cada partido como si fuera el último. En Huesca fue uno de los héroes del ascenso y prolongó su cesión por una temporada más. El curso anterior anotó diez goles que no le sirvieron para mantener al conjunto aragonés en Primera, pero que le valieron su fichaje en propiedad por cuatro temporadas con Osasuna, que abonó a San Lorenzo de Almagro 2,7 millones d euros por sus derechos. Hoy ha sido una amenaza y cerero puñal para la zaga albiazul y volvió a conectar con el Sadar como lo lleva haciendo desde que aterrizó en Pamplona.


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