UNA HOJA DE SERVICIOS IMPECABLE
José Miguel Echávarri García, 71 años, nacido en Abárzuza (Navarra) fue un ciclista profesional desde 1969 a 1971. Pronto se convirtió en director deportivo.
Tras dirigir al equipo aficionado
de Reynolds,
fue el seleccionador del equipo amateur de la Federación Española en 1977 en la
Vuelta a Uruguay, tras ello regreso al Reynolds con
el que dio el salto al profesionalismo, prosiguió en su labor de director
deportivo en su sucesor Banesto, pasando posteriormente a ser el Mánager General del equipo, Dicha labor la
siguiendo ejerciendo ya con exclusividad en el equipo ciclista profesional Caisse d´Epagne junto con Eusebio Unzué, con quien realizó toda su carrera deportiva
desde el año 1978.
Echávarri fue el director y verdadero
impulsor de la época dorada de Reynolds y Banesto, con los 5 Tours de Francia consecutivos ganados por Miguel Induráin como máximo exponente. Otros éxitos con
Echávarri como director fueron los conseguidos por Ángel Arroyo y Perico Delgado.
En 2008 Echávarri
decidió desvincularse del mundo del ciclismo.
En reconocimiento a toda su trayectoria
deportiva fue galardonado con la Medalla de Oro al Mérito Deportivo de Navarra.
EL DIRECTOR MÁS RESPETADO DEL PELOTÓN
·
Fue
el poeta del ciclismo en los ochenta. Fue como el profesor que no hubiésemos cambiado por nadie. Al menos, su fachada
y su verbo de hombre sabio en el que él sólo jugaba “a equivocarse lo menos
posible”.
·
Podíamos ganar o perder y apasionarnos con aquel Perico
Delgado que inventó él. No fue un ciclista. Fue una época. Luego, se reinventó
con Indurain y aquellos cinco Tours seguidos, el primero de los cuales, en
1991, cumple 27 años de antigüedad. Hoy, pasados tantos años, Echavarri ya es
un hombre jubilado, separado del ciclismo por voluntad propia. Una voz que ya
apenas aparece en los periódicos. Vive en Pamplona, donde no ha dejado de montar en bicicleta, sobre todo
en Estella, su rincón preferido, que es donde viven sus nietos.
·
Hoy,
ejerce de abuelo feliz y ya no siente ninguna tentación por volver a ese mundo.
Su herencia, sin embargo, perdura para siempre como precursor de un ciclismo
que ya no existe.
Miguel Indurain, hace 27 años, accedía al podio del Tour para vestirse el primer
maillot amarillo de la historia, de su historia.
· Ciclismo aquel, que se ganaba con un chaval de la casa, criado desde abajo, con
celo y mimo y con las ideas clara.
·
Dice Echávarri que esa tarde de hace 27 años le llamó el
secretario de Estado, Gómez Navarro, para saber más de la caída de Perico y la irrupción de Miguel.
Echávarri le dijo que “tranquilo, mañana será otro día”,
pero sabía de ese mocetón que tenía entre manos y sabía que al día siguiente
sería más, que Bugno, Mottet, Lemond y Perico estaban sentenciados.
·
Echávarri fue ciclista antes que
director. Vivió
rápido y a los 61 años se fue, pronto muy pronto, sin hacer ruido pero,
insisto, pronto.
Durante toda su vida, José Miguel
Echávarri ha sido fiel a un axioma propio: "Saber estar
sin estar estando". Trabajar siempre desde la discreción, sin hacer ruido,
con la máxima efectividad. Hace diez años Echávarri se hizo a un lado en el
mundo del ciclismo. Se fue en silencio y emigró a Estella para dedicarse de
lleno a su familia: su mujer María Pilar, sus tres hijos y los nietos. Después
de tres décadas de dar batalla sin cuartel necesitaba un descanso.
27 años del primer Tour de Miguel, ya
son años.
Muchos años, y es muy diferente
recordarlo ahora que vivirlo entonces. Ahora que estoy fuera de todo, lo veo de
otra manera, como el ciclismo. Sin tensión, sin responsabilidad con la que
vivía antes. En 1991 ya llevábamos bastantes tours encima, sabíamos cómo llegar
a los objetivos, habíamos encontrado la forma de llevar a la gente -algunos
decían que era un poco lento-, pero toda esta historia empieza en 1985.
Cuando Miguel debuta en el Tour.
Exacto, de una forma pausada, sin
prisas. Cómo debutó en el Tour en 1985, cómo hizo de gran gregario de Perico en
1988 y se atrevió a ganar una primera etapa en Cauterets, luego hizo entre los
diez primeros. 1991 fue recoger la siembra de muchos años. Pero hay que
analizar a la persona, al corredor. Miguel se veía desde joven que era alguien
especial, y había que saber muy bien dónde ubicarlo. Mi opinión muy personal,
Dios me libre de hacer un diagnóstico, es que Miguel era un tipo clarividente.
Lo que veía, tac, lo metía en su ordenador, en su cabeza, y lo guardaba. Miguel
era muy observador, y nuestra misión era presentarle muchos escenarios
posibles. Nosotros teníamos ilusión porque fuera un gran clasicómano, y acabó
siendo corredor de grandes vueltas.
¿En 1991 ya pensabas que esto iba a ser
así, que después de aquel vendrían cuatro tours más y seguidos?
No, ni mucho menos. Por una cuestión de
historia. Si repasamos todos los españoles que hasta entonces habían brillado
en el Tour, todos tienen el denominador común de ser buenos escaladores. Miguel
rompió todas esas tradiciones. Él era un gran rodador, ¿dónde hacía las
diferencias? En la contrarreloj. Luego mejoró en montaña.Una vez conocido el
escenario, el Tour, Miguel lo veía y lo analizaba todo: los puertos, los
adversarios y sobre todos sus posibilidades. Por eso, a mi entender, todo ese
aprendizaje previo fue fundamental. ¿Cómo fue la primera semana? Luego conoció
cómo cambia el cuerpo en la segunda. Miguel supo gestionar su forma, su
conocimiento, sus objetivos. Nosotros lo único que podíamos hacer era ponerle
los medios, todos los posibles, para que él eligiera.
Hay quien cree que Miguel podía haber
ganado un Tour más, el de 1990.
Pues posiblemente. Se nos criticó porque
podía haber sido el líder en vez de Perico, quizá. Pero más de lo que digamos
lo demás, lo que prevaleció fue la condición de Miguel. Analizándolo todo,
recordando la etapa que ganó Chozas en Saint Etienne, la escalada del día
siguiente, o la victoria de Luz Ardiden hicieron que Miguel pensara para sí que
tuviera condiciones para llegar a ser favorito en el Tour, no de ganarlo porque
él eso nunca lo dirá, sino de tener opción de pelear por llegar de amarillo a
París. Y ahí empezó la serie.
¿Tu vida cambia, da un giro a partir de
1991?
Jo. qué es cambiar la vida, no sé qué es
cambiar la vida. La vida se compone de muchas situaciones, en el corredor
siempre he dicho que es la forma, la suerte y la salud. Pero nosotros para
poder mantener a Miguel en el equipo tuvimos la gran suerte de tener detrás a
una casa muy potente, fuerte, que pudo abordar todo. En 1991 Miguel era un
hombre muy apetecible para muchos equipos y proyectos. Banesto fue vital para
el ciclismo español, porque pudo permitirse -ojo, con gran esfuerzo- el lujo de
tener a los dos referentes del ciclismo español, que fueron Miguel y Pedro. Eso
más un gran equipo a su alrededor. Sin Banesto no hubiera habido los cinco
tours de Miguel.
Tuviste la fortuna de tener a
los mejores.
Pues sí. En esos tiempos hubo colegas
míos que lucharon por llevarse a Miguel, y él supongo que las escuchó. Pero
Banesto apareció cuando se fue Reynolds, en los cambios siempre hay gente que
no puede esperar y se va. Pero Miguel siempre fue un hombre paciente, él era
consciente que el líder español de entonces era Perico. Miguel le respetaba
mucho, y creo que fue bueno para los dos. Fue bueno para Pedro en 1988 y para
Miguel después. Para mí esa convivencia buena fue importantísima.
¿Cómo gestionaste ese traspaso de
poderes, esa transición?
A mí era una cuestión que me quitaba el
sueño, me preguntaba: ¿cómo gestionar una situación así sin ofender a nadie? Yo
en las contrarreloj nunca dejaba de ir con Perico. El corredor ve las cosas en
pequeños detalles, y yo los cuidaba. Miguel creo que pasaba de eso, pero otros
no. En 1990 en la salida de Poitiers le dije a Miguel, este año las primeras
etapas son el norte, hay que estar atentos hasta Ginebra. si te filtraras en
una escapada, sería muy bueno por que quién sabe lo que puede pasar. Ese mismo
día se hizo aquella escapada con Bauer, Chiappucci. y sacaron 10 minutos, pero
no cogimos esa escapada. A veces las cosas.
¿Colaboró también en esa transición
pacífica la forma de ser de Perico, un tipo vivo, inteligente?
Seguro. A Pedro no hace falta decirle
nada. Él veía y sentía las cosas, el notó que el aliento de Miguel estaba
cerca. Lo que marca las diferencias en el ciclismo son la primera etapa de
montaña y las grandes contrarreloj, y en Alençon ese año había una crono larga.
Miguel la había estudiado meses antes, a él le gustaba ir a ver los sitios, los
campos porque no perdía la perspectiva de sus orígenes. y en esa contrarreloj
le sacó 8 segundos a LeMond, y una minutada a los demás. Luego vino Jaca, Val
Louron.
Sí, pero nosotros siempre hemos corrido
con una perspectiva global de la carrera, no con la visión única del día a día.
La experiencia ahí es básica, y Perico nos dio mucho en ese sentido. Miguel era
un hombre al que había que informarle, darle los elementos para que él
decidiera. No había que decirle ataca, sino la carrera está así. Luego él
decidía.
¿Miguel era tan listo en carrera como se
ha dicho siempre?
Miguel como ciclista era clarividente.
Él veía las cosas.El día del Tourmalet, por ejemplo, vio que la carrera iba
rota, el pelotón dividido, los demás llegaban justos al final de la subida, y
en la bajada tendrían que aprovechar para recuperar. Por eso él atacó para
abajo, porque estaba fresco y vio claro que les iba a hacer daño.
¿Llegaste a conocer a Miguel como
ciclista o sólo él se conocía?
Miguel es Miguel. No lo sé. Yo creo que
Miguel tuvo cinco años de gloria, pero detrás de todo eso hay muchísimo
trabajo, muchísimo sacrificio y mucha paciencia para saber esperar su momento.
Un deportista no tiene más de cinco años de plenitud. Miguel fue para arriba
poco a poco, pero con saltos cada vez más importantes. En cuatro años hizo
doblete en los podios de dos grandes, más el quinto Tour. Ahí no hay
casualidades. Miguel trabajaba mucho, entrenaba el que más, estudiaba todo:
recorridos, rivales, se estudiaba a sí mismo.
¿Por qué Miguel fue fiel siempre a un
mismo equipo?
Yo creo que eso fue parte de su
personalidad. Él ha sido siempre muy fiel a su filosofía, a su gente.Ahora la
gente está en mil equipos, en mil nacionalidades; Miguel también lo podría
haber hecho. Podría haber estado mejor en otro sitio, podía haber cambiado,
pero supongo que pensó: si estoy medianamente a gusto aquí, para qué voy
acambiar si voy a hacer lo mismo.
¿Miguel habría triunfado en el ciclismo
de hoy?
A mí me da que Miguel también hubiera
sido el mejor. Cada campeón tiene su época y es absurdo intentar hacer
comparaciones, pero un hombre que tiene unas muy buenas cualidades, que es
serio en su trabajo. al final siempre es bueno.
¿Crees que Miguel podía haber ganado
algún Tour más?
Seguro, uno antes u otro después. Pero
¿qué importa eso? Hay cuatro campeones de cinco tours, pero también uno de
siete. Con un enorme respeto para cada uno de ellos, todos dejaron el sabor de
ser grandes corredores.
¿La gente ha sabido valorar lo
que Induráin y vosotros conseguiteis?
No nos equivoquemos, es lo que hizo
Miguel. Y sí que se ha valorado.
Pero con aquello vosotros hicisteis historia.
Y es verdad. Luego vinieron los tours de
Pereiro, de Sastre, de Contador. pero no han sido lo mismo. Yo creo que los
triunfos de Miguel se vivían con mucha más pasión que los de ahora. No sé qué
ha cambiado, por qué se ha perdido esa pasión. Igual Miguel tenía menos
competencia. Ahora está Alonso, Nadal, las motos, el fútbol.
¿Por qué Miguel arrastraba tanto?
Miguel era un tipo natural, y que
trataba a todo el mundo con mucho respeto. Su frase, el "hemos estado
ahí." calaba en la gente porque era natural, discreto, como sigue siendo
ahora. Yo ahora no puedo hablar mucho de Miguel, tampoco hemos conversado
profundamente sobre él. Pero antes, cuando yo tenía que plantearle algo le daba
toda la información, no para recibir una contestación, a veces bastaba con un
gesto. No sé si era disciplina o simplemente que Miguel es así. Es su forma de
ser, y él tenía su autoridad, que no se malinterprete.
¿Sientes que dejaste huella, que marcate un estilo?
No, para nada. Yo creo que he tenido la
suerte de coincidir con Pedro y con Miguel. Lo que me sorprende de todo esto es
que la gente de mi generación cuando me encuentra a veces me da las gracias por
lo que hicimos, y ves que disfrutaron con aquellos triunfos. La época de Pedro,
la de Miguel pasó y nosotros creo que hemos intentado estar con dignidad antes,
durante y hemos intentado estar después a la altura. La dignidad para mí es lo
más importante en esas situaciones.
¿Disfrutabas o sufrías en los tours
de Miguel?
Claro que disfrutaba. Primero por el
propio Miguel, porque lo que consiguió fue muy grande. Pero yo sobre todo
disfruté por lo que Miguel provocaba de la gente. A mí me gustaba quedarme en
un rinconcico y ver. Pero el día a día durante aquellos años fue un sinvivir
constantemente, siempre había cosas.
¿Por qué te gustaba quedarte siempre en
un segundo plano?
Me gustaba, me gustaba, era mi
rinconcico, era mi momento.
¿Qué día fue el que más disfrutaste?
No tengo uno en especial, no sabría
decirlo. Fueron años en los que vivíamos día a día, convivíamos con mucha
gente... no hay un día.
¿Eres mitómano, guardas muchas cosas?
Sí que he guardado muchas cosas, pero no
soy mitómano. Guardo lo bueno y lo malo, yo soy de apuntar pequeñas notas para
que no se me olviden las cosas. Tal fecha pasó esto, sólo para que cuando pase
el tiempo me acuerde.
¿Te sentarás algún día a recordar todo
esto cuando pase el tiempo?
No, por ahora no. Es más, creo que algún
día me levantaré y tiraré todo.
Porque no vale para nada. Son cosas
mías. Un día un chaval me regaló un disco duro con toda mi carrera, todas las
fotos, entrevistas, las etapas... Me quedé impresionado. Claro que me gusta,
pero me cuesta volver a mirar al pasado. Tengo mi servilleta con mi quiniela, y
cosas, recuerdos... seguramente llegará un momento en el que tendré que ir a
ellos para recordar. ¿Echo de menos el ciclismo? Tengo que ser prudente. Pues
hubo un momento en el que me emborraché de ciclismo, y ahora me tengo que
desintoxicar, pero no puedo renegar del ciclismo. A mí recordar a toda esa
gente que estuvo con nosotros en el Tour es una especie de homenaje, pero para
mí.
¿Qué relación tienes con ellos?
Poca, porque al final por aquí ha pasado
mucha gente. De vez en cuando hablamos, les sigo los pasos... hay personas que
me han dicho que soy un poco duro, que paso la página, que cierro el libro. Sí
que soy un poco duro, pero soy así.
Pero tú has sido un poco el padre de
todos.
Yo guardo muy buen recuerdo de todos y
creo que tengo buena relación con todos, pero ojo no nos equivoquemos. Yo soy
el padre entre comillas. Al final sólo conservas una relación estrecha con poca
gente. Los míos del Reynolds sí que guardo más relación como Arroyo, Tasio,
Laguía... y me preocupo de los que lo pasan mal, creo que debo hacerlo.
¿Y Miguel?
Estuve con él en la última Vuelta a
Navarra, nos saludamos. Pero no hay una relación especial, ni quiero yo
forzarla porque no sé cómo reaccionaría él ni cómo reaccionaría yo. Con su
familia, con su madre, con sus hermanas, me encuentro y hablamos con toda
tranquilidad y de cualquier cosa.
¿No te apetece tener una sentada con él?
No, pero no por nada.
¿Ni siquiera para recordar?
Es que yo creo que Miguel no es de los
de ponerse recordar. Las cosas vividas están vividas, y ya está. Yo a Miguel no
lo voy a dejar de querer nunca. Cuando las personas toman cierta distancia, lo
mejor es dejar las cosas como están.
¿Sufriste mucho por Induráin?
Sufrir mucho... claro que sufres, pero
todo eso se compensa de otras maneras, y lo que ha pasado, ha pasado y ya está.
Soy nostálgico, pero hay momentos en los que las situaciones no son fáciles. El
corredor no te entiende, la casa...hmm y tú estás en medio. El final no fue fácil.
¿No te dio pena la forma de terminar?
Claro que me dio pena, mucha. Pero qué
podía hacer. Yo he metido la pata muchas veces con Miguel, más las veces que me
habrá tenido que aguantar mis cosas... Pero tengo la conciencia tranquila,
siempre busqué lo mejor para Miguel. Seguro que he sido torpe muchas veces,
pero siempre he actuado con la mejor intención. Luego con corredores como
Miguel uno no se siente director, no vale el director. Lo que hace falta con un
genio como él es darle la información, ya está. Tú tienes un artista, déjale
hacer.
¿Por qué nos gustaba y nos gusta tanto
Miguel?
Porque es un mito, un genio. Miguel lo
tiene todo. Ha ganado, sigue siendo un tipo normal, se pasea en bicicleta por
la ciudad, habla con todo el mundo... No hay otro gran ídolo como Miguel, y no
sé qué ha hecho para seguir siendo una persona normal. Yo veo a Miguel tan
grande, que me siento pequeño, quizá no hemos estado a su altura. Por eso he
intentado ser lo más digno posible.
En el otoño
de 1.996, el mundo del ciclismo estaba impactado con la noticia del cáncer de
Lance Armstrong, y todavía no sabía con qué colores correría el gran campeón
del primer lustro de los noventa. Ni siquiera si correría.
Lo que en septiembre de 1.995 hubiera resultado impensable, se
estaba produciendo. El muro surgido entre el de Villava y el de Abárzuza se
acrecentaba día a día. En aquel otoño, uno
de nuestros dos protagonistas llegó a cruzar el Rubicón del otro. La
cohabitación de esas dos personas, con los antecedentes recientemente vividos,
era materialmente imposible. Llegó un momento en que la única opción viable de
que Induráin continuase su carrera deportiva profesional era con el equipo
ONCE.
Induráin no podía aceptar esas condiciones, por ser él quien era. Sáiz tampoco
podía aceptar las de Induráin. No debía cambiar la fórmula que le había
conducido a los grandes éxitos que sin duda había cosechado. Finalmente la
rueda de prensa en el Hotel Ciudad de Pamplona en la que Miguel anunció su
despedida aquel segundo día de 1.997.
Tras todo lo relatado, Induráin tomó la salida el 7 de septiembre en la Vuelta a España que partió de Valencia. Su mujer Marisa y su primer hijo también estaban por allá esos días. Ya durante la cuarta etapa con final en Murcia perdió 37 segundos. Lo significativo más que la cantidad fue el cómo. Una caída en el pelotón le pilló en los puestos traseros del mismo cuando quedaban menos de dos kilómetros para meta. Sin embargo poco a poco Miguel fue metiéndose en carrera. La décima etapa era una contrarreloj con final en Ávila. No hizo la cronometrada de su vida pero demostró eso: que pese a todas las adversidades estaba en carrera. Acabó tercero de la etapa sólo superado por Rominger y Zülle. La jornada anterior a esa etapa había descanso. Induráin recibió una de las mejores visitas que podía recibir: su médico Sabino Padilla. Cuando se despidió de él, no creemos que Miguel esperara volver a verlo tan pronto como lo volvería a ver: esa misma semana…
Tras todo lo relatado, Induráin tomó la salida el 7 de septiembre en la Vuelta a España que partió de Valencia. Su mujer Marisa y su primer hijo también estaban por allá esos días. Ya durante la cuarta etapa con final en Murcia perdió 37 segundos. Lo significativo más que la cantidad fue el cómo. Una caída en el pelotón le pilló en los puestos traseros del mismo cuando quedaban menos de dos kilómetros para meta. Sin embargo poco a poco Miguel fue metiéndose en carrera. La décima etapa era una contrarreloj con final en Ávila. No hizo la cronometrada de su vida pero demostró eso: que pese a todas las adversidades estaba en carrera. Acabó tercero de la etapa sólo superado por Rominger y Zülle. La jornada anterior a esa etapa había descanso. Induráin recibió una de las mejores visitas que podía recibir: su médico Sabino Padilla. Cuando se despidió de él, no creemos que Miguel esperara volver a verlo tan pronto como lo volvería a ver: esa misma semana…
Como ya hemos visto en anteriores entregas, Padilla ya no
pertenecía al staff técnico de Banesto. Sin embargo era el médico particular de
Miguel Induráin. Otra prueba más de la tirantez que reinaba dentro del equipo.
Padilla ya ejercía como médico en el Athletic Club pero se desplazó a El
Tiemblo para ver a su pupilo: “Induráin está bien; no en un estado físico
excepcional. Simplemente bien”.
Fue en Oviedo, en la mañana del 20 de septiembre de 1.996,
cuando Miguel Induráin se pusiese un dorsal por última vez en su carrera
profesional para una competición oficial. Seguramente no fuese consciente de
ello en ese mismo momento. En el Hostal El Capitán, en las inmediaciones de
Cangas de Onís, Miguel giraba hacia su izquierda y se introducía en el hotel.
Unas imágenes que en unos meses se convertirían en históricas. “Cuando Rominger
atacó en el Fito yo no me sentí bien y me descolgué. Tenía algunas dificultades
respiratorias, debido a una congestión que arrastro desde Ávila y el oxígeno no
llegaba a mis piernas, que se me pusieron duras. Marino Alonso quiso quedarse
conmigo, pero le dije que siguiera. En aquel momento decidí abandonar la
Vuelta, no antes. Tomé la salida en la etapa esperando haberme recuperado y
hacer una buena jornada, pero cuando me quedé descolgado en el Fito pensé que
no valía la pena intentar subir los Lagos, que es mucho más duro”. En aquel
momento no sabía si iba a participar en el mundial de Lugano. Sólo tenía claro
que iba a descansar a Benidorm donde le esperaban su mujer e hijo. Fue, otra
vez, Sabino Padilla quien le condujo de Cangas de Onís a Santander en coche.
Allí tomó un avión a Madrid y de ahí otro hacia Alicante el día 21 de
septiembre
El domingo 3 de noviembre en un critérium en Xàtiva, Induráin se
imponía. Fue la última “carrera” de Lale Cubino, que se llevó el aplauso de los
veinticinco mil asistentes en su vuelta de honor. ¿Quién en aquel momento podía
imaginarse que también era la despedida de Miguel Induráin?
Como ya
hemos visto, aquel otoño se caracterizó por el cada vez más profundo deterioro
en la relación entre Induráin y José Miguel Echávarri, y por la imposibilidad
de concretarse un acuerdo entre la ONCE y el ciclista de Atarrabia.
Desde aquel entonces Miguel Induráin jamás asistió a una presentación del equipo Banesto o sus diversos sucesores. Tampoco ha sido visto en público o con José Miguel Echávarri o con Eusebio Unzué. Esto cobra verdadera dimensión cuando el campeón sí que ha asistido a otras presentaciones o a otros eventos. Por ejemplo, a presentaciones del equipo Vitalicio Seguros. El mánager de este equipo era Javier Mínguez, con el que coincidió Induráin en su etapa en Banesto. Además, durante algunos años posteriores a la retirada de Miguel, en ese equipo corrió su hermano Prudencio. Miguel también ha participado en presentaciones del equipo Caja Rural. En el equipo amateur de esta formación corre además su propio hijo también llamado Miguel.
Desde aquel entonces Miguel Induráin jamás asistió a una presentación del equipo Banesto o sus diversos sucesores. Tampoco ha sido visto en público o con José Miguel Echávarri o con Eusebio Unzué. Esto cobra verdadera dimensión cuando el campeón sí que ha asistido a otras presentaciones o a otros eventos. Por ejemplo, a presentaciones del equipo Vitalicio Seguros. El mánager de este equipo era Javier Mínguez, con el que coincidió Induráin en su etapa en Banesto. Además, durante algunos años posteriores a la retirada de Miguel, en ese equipo corrió su hermano Prudencio. Miguel también ha participado en presentaciones del equipo Caja Rural. En el equipo amateur de esta formación corre además su propio hijo también llamado Miguel.
El
culmen de todo este capítulo de hechos sucedió en el mes de agosto de
2.014. No porque fuese una sorpresa. En absoluto; ya todos contaban con ello.
Fue por la trascendencia del acto. Con motivo de la llegada a Navarra de la
Vuelta a España, la sociedad Abarca Sports organizó un evento en Pamplona.
Abarca Sports es la sociedad creada por Echávarri y Unzué, con independencia de
los distintos patrocinadores que ha tenido la estructura ciclista de esos dos
directores. Pues bien. Con motivo del treinta y cinco aniversario del comienzo
con Reynolds, el jefe de prensa del actual Movistar Team, David García, ha
escrito un libro que recoge estos años de andadura. Sin lugar a dudas, el
principal protagonista de este acto era el que, ya de antemano, se sabía que
iba a estar ausente. Asistieron al evento José Miguel Echávarri, Eusebio Unzué,
Pedro Delgado, José Luis Laguía, Abraham Olano, Eduardo Chozas… Acudió hasta su
propio hermano Prudencio Induráin, actualmente con un cargo en el Gobierno de
Navarra. Incluso también acudió Santi Blanco, protagonista de una muy polémica
salida de Banesto hacia Vitalicio Seguros a finales de los años noventa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario