Fernando Goñi Erice, llamado Goñi III (nacido en Zubiri (Navarra) el 5 de febrero de 1973. Fue un jugador de pelota vasca en la modalidad de mano, en la posición de zaguero, destacando en la modalidad de parejas con cuatro txapelas en otras tantas finales.
En aficionados logro el Campeonato de España Juvenil individual en 1996 y de parejas absoluto en 1997 tras el cual dio su paso al profesionalismo.
En aficionados logro el Campeonato de España Juvenil individual en 1996 y de parejas absoluto en 1997 tras el cual dio su paso al profesionalismo.
Palmarés
- Campeón Campeonato de Navarra 4 1/2 (Aficionado) 1994
- Campeón Campeonato de Navarra Manomanista (Aficionado) 1996
- Campeón Campeonato de Navarra Parejas (Aficionado) 1997
- Campeón Copa del Rey de España Parejas (Aficionado) 1997
- Campeón de mano parejas 1ª categoría años 2001, 2004, 2005 y 2009
Año | Campeones | Subcampeones | Tanteo | Frontón |
---|---|---|---|---|
2001 | Olaizola I- Goñi III | Alústiza - Belkoqui | 22-13 | Atano III |
2004 | Titín III - Goñi III | Martínez de Irujo - Lasa III | 22-10 | Atano III |
2005 | Martínez de Irujo - Goñi III | Bengoechea VI - Belowqui | 22-12 | Atano III |
2009 | Martínez de Irujo - Goñi III | Olaizola II - Mendizábal II | 22-21 | Atano III |
HISTORIAL DE UN GRAN PELOTARI
Fernando Goñi no es el único pelotari que ha decidido invertir en el mundo de la hostelería. Los hermanos Olaizola regentan desde hace varios años una sidrería en Hernani y Rubén Beloki es socio de un hotel en Irurtzun con Jorge Nagore. Pero el zaguero de Zubiri fue el primero que dio el paso. De eso ya hace más de una década.
Con el apoyo inicial de su hermano y un par de amigos se lanzó a la aventura de hacerse cargo del hostal Quinto Real de Eugi, con unas vistas maravillosas sobre el pantano que abastece de agua a Pamplona. El edificio, con una antiguedad de cuarenta años necesitaba una reforma integral. Se había quedado obsoleto. Los anteriores propietarios eran gente mayor y ya no podían hacerse cargo del establecimiento. Fernando Goñi vio allí una inversión para el futuro. «Eugi siempre me ha parecido un sitio muy atractivo», nos dice.
La localidad navarra, de 350 habitantes, donde se respira tranquilidad en cada esquina, está a sólo siete kilómetros de su Zubiri natal y a veinte más de la Plaza del Castillo de Pamplona. Vamos, como quien dice a tiro de piedra.
En un principio lo tuvo en régimen de alquiler, pero llegó el momento de dar el paso y adquirirlo en propiedad. Lo hizo y reconoce «estar metido hasta las cejas» para hacer frente a la inversión que tuvo que realizar. «Tiramos todo, de arriba a abajo».
El hostal Quinto Real es ahora un coqueto establecimiento que cuenta con 18 habitaciones, comedores, zona de juegos infantiles, parking. Tiene una categoría de dos estrellas y, sobre todo, unas impresionantes vistas sobre el pantano de Eugi. Con una plantilla que oscila entre diez y doce personas, según temporada, la mayoría del propio Eugi y de Pamplona, Fernando Goñi es la punta de la pirámide. «Aquí hago de todo, desde coger el teléfono hasta atender en la barra del bar. Hay que trabajar mucho para sacar el negocio adelante, que no es fácil. Menos mal que la familia te echa una mano cuando más lo necesitas. El de casa siempre tiene que dar más el callo».
El hostal Quinto Real es ahora un coqueto establecimiento que cuenta con 18 habitaciones, comedores, zona de juegos infantiles, parking. Tiene una categoría de dos estrellas y, sobre todo, unas impresionantes vistas sobre el pantano de Eugi. Con una plantilla que oscila entre diez y doce personas, según temporada, la mayoría del propio Eugi y de Pamplona, Fernando Goñi es la punta de la pirámide. «Aquí hago de todo, desde coger el teléfono hasta atender en la barra del bar. Hay que trabajar mucho para sacar el negocio adelante, que no es fácil. Menos mal que la familia te echa una mano cuando más lo necesitas. El de casa siempre tiene que dar más el callo».
El zaguero de Zubiri se arrepiente de no haber estudiado «más que hasta BUP», pero no por ello ha dejado de formarse, además de jugar a pelota. En otoño y en invierno suele hacer cursos de gestión hotelera y marketing on line. Incluso tiene su propia página en internet www.Quinto Real.com Quiere estar al día, quiere tener información. Quiere ser competitivo, como en la cancha. «Internet es una herramienta básica de trabajo hoy en día. Suelo entrar bastante. Me gusta realizar estadísticas para saber de dónde viene la gente a visitarnos. En este negocio tienes que hacerlo todo tú, en un hotel pequeño tú debes buscar al cliente, no esperar a que recale en tu establecimiento». Su próximo objetivo es recalificar la propiedad como hotel rural para obtener una subvención y realizar diversas mejoras.
Su clientela se compone, principalmente, de familias con hijos y grupos organizados que sobre todo buscan, en opinión de Fernando Goñi, «tranquilidad y estar en contacto con la naturaleza». Ofrece una cocina tradicional en la que destaca la mano de su madre, María Felisa. «El jueves, con motivo del día del Padre, dimos más de cien comidas», afirma con orgullo. Sus platos estrella son los relacionados con la caza y los hongos. «Este año no ha habido nada de hongos, pero ésta es una zona en la que suelen abundar», nos comentaba.
La crisis económica también ha llegado hasta Eugi. «Se nota, claro que se nota. Sobre todo en el día a día. Mucho más que en el turismo y en el ocio. La gente tiene menos alegría a la hora de meterse la mano al bolsillo». De ahí que la oferta de menús económicos haya calado entre sus huéspedes.
Casado con Irantzu, llevan juntos desde que debutó como profesional, tiene dos hijos: Amets y Kepa. El primero cumplió 12 años en mayo y el segundo nueve, también en mayo. «Aquí, en septiembre, es la época de la berrea», bromea Fernando Goñi al intentar explicar la coincidencia en las fechas de los nacimientos de sus chavales, a quienes habla en euskera. Ambos estudian en una ikastola en Pamplona, donde reside toda la familia, mostrando Amets muy buenas maneras como portero de Oberena.
Su clientela se compone, principalmente, de familias con hijos y grupos organizados que sobre todo buscan, en opinión de Fernando Goñi, «tranquilidad y estar en contacto con la naturaleza». Ofrece una cocina tradicional en la que destaca la mano de su madre, María Felisa. «El jueves, con motivo del día del Padre, dimos más de cien comidas», afirma con orgullo. Sus platos estrella son los relacionados con la caza y los hongos. «Este año no ha habido nada de hongos, pero ésta es una zona en la que suelen abundar», nos comentaba.
La crisis económica también ha llegado hasta Eugi. «Se nota, claro que se nota. Sobre todo en el día a día. Mucho más que en el turismo y en el ocio. La gente tiene menos alegría a la hora de meterse la mano al bolsillo». De ahí que la oferta de menús económicos haya calado entre sus huéspedes.
Casado con Irantzu, llevan juntos desde que debutó como profesional, tiene dos hijos: Amets y Kepa. El primero cumplió 12 años en mayo y el segundo nueve, también en mayo. «Aquí, en septiembre, es la época de la berrea», bromea Fernando Goñi al intentar explicar la coincidencia en las fechas de los nacimientos de sus chavales, a quienes habla en euskera. Ambos estudian en una ikastola en Pamplona, donde reside toda la familia, mostrando Amets muy buenas maneras como portero de Oberena.
Reconoce ser «un poco cocinillas», sobre todo en su domicilio, pero su gran hándicap es la falta de tiempo. «Me gusta hacer cualquier tipo de pescado al horno. Los guisos ya son más complicados. Hay que tener mucha paciencia y una buena mano. Esos detalles marcan el estilo de cada establecimiento».
Su hobby es «estar con la familia y los amigos». En invierno se acuesta pronto, entre las 21.30 y las 22.00 horas. Le gusta leer libros entretenidos, que enganchen. En estos momentos está devorando La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón. Ve poco la televisión «algún partido de fútbol y las noticias, poco más». Está entregado a su familia, a su negocio y a la pelota.
Curiosamente, desconoce el número de txapelas que ha conseguido a lo largo de su carrera. «No las he contado. Puedo tener unas cuarenta».
Se define como «deportista» antes que «pelotari» y destaca por su carácter competitivo. Desde niño. Fue campeón navarro ya en categoría benjamín. Siempre jugó de zaguero. Sólo en una ocasión lo hizo en los cuadros alegres, en una final del GRAVN cadete, en la que formó pareja con Rubén Beloki. La cosa no le fue bien. Perdió y no lo olvida, pese a que han pasado muchos años desde entonces. ¿Quieren saber quiénes fueron sus rivales? El usurbildarra Enrique Huizi y el altzatarra Juantxo Koka, quien en sus inicios jugaba de zaguero. Menuda memoria.
Su hobby es «estar con la familia y los amigos». En invierno se acuesta pronto, entre las 21.30 y las 22.00 horas. Le gusta leer libros entretenidos, que enganchen. En estos momentos está devorando La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón. Ve poco la televisión «algún partido de fútbol y las noticias, poco más». Está entregado a su familia, a su negocio y a la pelota.
Curiosamente, desconoce el número de txapelas que ha conseguido a lo largo de su carrera. «No las he contado. Puedo tener unas cuarenta».
Se define como «deportista» antes que «pelotari» y destaca por su carácter competitivo. Desde niño. Fue campeón navarro ya en categoría benjamín. Siempre jugó de zaguero. Sólo en una ocasión lo hizo en los cuadros alegres, en una final del GRAVN cadete, en la que formó pareja con Rubén Beloki. La cosa no le fue bien. Perdió y no lo olvida, pese a que han pasado muchos años desde entonces. ¿Quieren saber quiénes fueron sus rivales? El usurbildarra Enrique Huizi y el altzatarra Juantxo Koka, quien en sus inicios jugaba de zaguero. Menuda memoria.
AFICIONADO A LAS REDES SOCIALES
«Desde
crío tenía claro que iba a intentar ser pelotari y hablar en euskara»
-Ganaste el campeonato
estatal juvenil. ¿Qué recuerdos tienes de entonces?-
-Recuerdo que lo jugué con Juantxo Apezetxea, magnífico pelotari de Goizueta. Pero yo no soy mucho de acordarme de fechas, me quedo más con sensaciones que con recuerdos puntuales.
-En 1998 debutaste como pelotari profesional.
-Eso sí lo recuerdo bien. Debuté en el primer festival de Aspe, que fue en el frontón Labrit. Desde chaval siempre había tenido la ilusión de llegar a profesional. Entonces yo tenía 25 años recién cumplidos, pero en Asegarce no les gustaba mucho mi forma de jugar, o buscaban zagueros de otras características. En esa época yo vivía en el caserío con los aitas, trabajaba con ellos, pero no tenía un trabajo fijo. Recuerdo que seguía jugando a pelota y que el otoño anterior a debutar me puse como meta el Mundial de México de 1998. Yo estaba destacando en aquella época en el campo aficionado. Jugué el torneo del ‘‘Diario Vasco’’ junto con Pablo Berasaluze, y aunque no éramos los favoritos, ni mucho menos, ganamos aquel prestigioso campeonato. A partir de ahí quise hacer una preparación más específica. Empecé a entrenar con un preparador, y al poco tiempo debutamos varios pelotaris a la vez en Aspe.
-Recuerdo que lo jugué con Juantxo Apezetxea, magnífico pelotari de Goizueta. Pero yo no soy mucho de acordarme de fechas, me quedo más con sensaciones que con recuerdos puntuales.
-En 1998 debutaste como pelotari profesional.
-Eso sí lo recuerdo bien. Debuté en el primer festival de Aspe, que fue en el frontón Labrit. Desde chaval siempre había tenido la ilusión de llegar a profesional. Entonces yo tenía 25 años recién cumplidos, pero en Asegarce no les gustaba mucho mi forma de jugar, o buscaban zagueros de otras características. En esa época yo vivía en el caserío con los aitas, trabajaba con ellos, pero no tenía un trabajo fijo. Recuerdo que seguía jugando a pelota y que el otoño anterior a debutar me puse como meta el Mundial de México de 1998. Yo estaba destacando en aquella época en el campo aficionado. Jugué el torneo del ‘‘Diario Vasco’’ junto con Pablo Berasaluze, y aunque no éramos los favoritos, ni mucho menos, ganamos aquel prestigioso campeonato. A partir de ahí quise hacer una preparación más específica. Empecé a entrenar con un preparador, y al poco tiempo debutamos varios pelotaris a la vez en Aspe.
-¿Supuso un cambio muy fuerte pasar de campo aficionado
al profesional?
-Desde el momento en que te están pagando un sueldo, todo cambia. Y a nivel personal está la ilusión de poder jugar con los mejores, eso motiva muchísimo. Se siente la necesidad de dar lo mejor de uno mismo; por eso llegué hasta ahí, porque yo me esforcé para intentar llegar a jugar ese mundial de México, que entonces era mi meta más cercana, la más accesible.
-Sólo tres años después de debutar como profesional ganaste el Campeonato de Parejas, con Olaizola I de compañero. ¿Lo esperabas?
-Ni mucho menos. Recuerdo que el año anterior había jugado el campeonato con todos los pelotaris grandes, y eso me dejó super contento. Y quedar campeón al año siguiente fue ya como un punto de inflexión a nivel personal. Desde que uno es crío, se ve eso como la meta deportiva, y ganar a los mejores pelotaris te hace sentir que has llegado a la meta.
-¿Fue la txapela que más ilusión te ha hecho, de las cuatro que has ganado?
-Si. Todas las txapelas son especiales, pero la primera es como culminar una trayectoria que has seguido desde que eras chaval, desde que mirabas a las figuras, y el poder estar entre ellos y encima ganarles, fue una pasada. Conseguir esa txapela también era una especie de reconocimiento y agradecimiento a toda la gente que me ha estado empujando desde chaval. El poder darles una satisfacción así te llena mucho, porque les ves que están gozando. Una de las fotos que más me gusta, y que tengo en casa, es precisamente de aquel día, en la que estoy mirando hacia la grada viendo gozar a los demás.
-Tú has llegado a cuatro finales de Parejas y has ganado las cuatro. Eso no es nada fácil.
-La verdad es que no. Yo he tenido la suerte de ganar las cuatro, mientras que otros compañeros han llegado a varias y no han podido ganar. Llegar a una final ya es difícil. Llegar a cuatro es muy difícil. Y llegar a cuatro y ganar las cuatro es supercomplicado. Yo me siento un privilegiado, pero al margen de haber ganado las cuatro txapelas, por el hecho de haber rendido en esos momentos. Ahí está un poco la clave, en el poder dar uno todo lo que tiene en esos días tan complicados, de tanta presión. Yo he sido competitivo y he sabido gestionar todas esas circunstancias.
-Tu última txapela llegó en el año 2009, cuando ganaste junto con Irujo a Olaizola II y Mendizabal. Se te escapó una pelota cuando el marcador estaba 21 iguales y fue tanto. Todavía recordamos los saltos de alegría que diste. ¿Ha sido la mejor escapada de tu vida?
-Pues sí, y es paradójico que una escapada le dé una txapela a un pelotari que ha tenido siempre la etiqueta de super-seguro, de no fallar. Muchísima gente recuerda todavía aquel campeonato, por lo igualado que estuvo, por cómo acabó. Aquella final fue un resumen de todo el campeonato, que fue espectacular, brillante y emocionante. A última hora tuvimos la suerte de cara. Pero fue una escapada que no fue casual, en el sentido de que llegó como consecuencia de un golpe terrible que me había dado yo a mitad del partido. El músculo se me fue contracturando, y no darle el recorrido completo al brazo hace que la pelota caiga antes de lo debido. Yo nunca tuve la sensación de que podía hacer falta, porque la pelota iba tocada, aunque no podía coger altura por la contractura que tenía. Pero bueno, fue un cara y cruz.
-Desde el momento en que te están pagando un sueldo, todo cambia. Y a nivel personal está la ilusión de poder jugar con los mejores, eso motiva muchísimo. Se siente la necesidad de dar lo mejor de uno mismo; por eso llegué hasta ahí, porque yo me esforcé para intentar llegar a jugar ese mundial de México, que entonces era mi meta más cercana, la más accesible.
-Sólo tres años después de debutar como profesional ganaste el Campeonato de Parejas, con Olaizola I de compañero. ¿Lo esperabas?
-Ni mucho menos. Recuerdo que el año anterior había jugado el campeonato con todos los pelotaris grandes, y eso me dejó super contento. Y quedar campeón al año siguiente fue ya como un punto de inflexión a nivel personal. Desde que uno es crío, se ve eso como la meta deportiva, y ganar a los mejores pelotaris te hace sentir que has llegado a la meta.
-¿Fue la txapela que más ilusión te ha hecho, de las cuatro que has ganado?
-Si. Todas las txapelas son especiales, pero la primera es como culminar una trayectoria que has seguido desde que eras chaval, desde que mirabas a las figuras, y el poder estar entre ellos y encima ganarles, fue una pasada. Conseguir esa txapela también era una especie de reconocimiento y agradecimiento a toda la gente que me ha estado empujando desde chaval. El poder darles una satisfacción así te llena mucho, porque les ves que están gozando. Una de las fotos que más me gusta, y que tengo en casa, es precisamente de aquel día, en la que estoy mirando hacia la grada viendo gozar a los demás.
-Tú has llegado a cuatro finales de Parejas y has ganado las cuatro. Eso no es nada fácil.
-La verdad es que no. Yo he tenido la suerte de ganar las cuatro, mientras que otros compañeros han llegado a varias y no han podido ganar. Llegar a una final ya es difícil. Llegar a cuatro es muy difícil. Y llegar a cuatro y ganar las cuatro es supercomplicado. Yo me siento un privilegiado, pero al margen de haber ganado las cuatro txapelas, por el hecho de haber rendido en esos momentos. Ahí está un poco la clave, en el poder dar uno todo lo que tiene en esos días tan complicados, de tanta presión. Yo he sido competitivo y he sabido gestionar todas esas circunstancias.
-Tu última txapela llegó en el año 2009, cuando ganaste junto con Irujo a Olaizola II y Mendizabal. Se te escapó una pelota cuando el marcador estaba 21 iguales y fue tanto. Todavía recordamos los saltos de alegría que diste. ¿Ha sido la mejor escapada de tu vida?
-Pues sí, y es paradójico que una escapada le dé una txapela a un pelotari que ha tenido siempre la etiqueta de super-seguro, de no fallar. Muchísima gente recuerda todavía aquel campeonato, por lo igualado que estuvo, por cómo acabó. Aquella final fue un resumen de todo el campeonato, que fue espectacular, brillante y emocionante. A última hora tuvimos la suerte de cara. Pero fue una escapada que no fue casual, en el sentido de que llegó como consecuencia de un golpe terrible que me había dado yo a mitad del partido. El músculo se me fue contracturando, y no darle el recorrido completo al brazo hace que la pelota caiga antes de lo debido. Yo nunca tuve la sensación de que podía hacer falta, porque la pelota iba tocada, aunque no podía coger altura por la contractura que tenía. Pero bueno, fue un cara y cruz.
-En setiembre de ese mismo año 2009 fuiste el primer
pelotari profesional que comenzó a usar Twiter. ¿Qué te decían los compañeros?
-Los compañeros no sabían ni lo que era Twiter. En aquel tiempo no existía, pero
no solo en el mundo de la pelota, sino del deporte en general. Yo adquirí el
hostal Quinto Real en 1999, y durante mi carrera profesional trabajaba
paralelamente en el sector del turismo, que es un sector muy pionero y tienes
que estar muy al día. Eso fue lo que me llevó a usar Twiter. En el mundo del
turismo, internet y las nuevas tecnologías son primordiales, y yo lo trasladé
al campo del deporte.
-Hoy en día sigues utilizando las redes sociales. ¿Qué ventajas e inconvenientes les ves?
-La principal ventaja es que es un altavoz tremendo. Puedes llegar a mucha gente y además la forma de comunicarte es directa. En cuanto a inconvenientes, el mayor que le veo es la guerra de los anonimatos. A mí a veces no me gusta, pero bueno, al final cada cual elige dónde quiere conversar. Hay que respetar la libertad de expresión, pero a veces se abusa, se utiliza para faltar, y eso es lo que menos me gusta. Hay una anécdota curiosa con el tema de las redes sociales: yo hice algunos cursos para saber utilizar las herramientas, y recuerdo que una agencia muy famosa de Madrid, que también lleva futbolistas.
-Volvamos a la pelota. Después de salir de Aspe, en 2010, continuaste jugando en la empresa Garfe.
-Estuve jugando la temporada 2011-2012 con Garfe, pero más como un ‘‘freelance’’ de la pelota que como miembro de una empresa. Una vez que salí de Aspe, el tema competitivo ya no lo contemplé. Jugaba por hobby, sobre todo en encuentros de exhibición, pero tampoco jugué muchos partidos porque la mayor parte del tiempo la dedicaba al trabajo en el restaurante. Seguí vinculado al mundo de la pelota un poco por inercia, porque estaba físicamente bien y quería seguir haciendo deporte.
-El año pasado pusiste en marcha ElkarPelota junto con Irujo, Eugi y Martínez de Eulate. ¿Cómo surgió esta iniciativa?
-ElkarPelota nació por ese gusanillo que llevamos dentro. Somos cuatro compañeros, veníamos del mismo grupo de entrenamiento en Iruñea desde nuestra época profesional y siempre hemos tenido ‘‘in mente’’ que queríamos transmitir a los chavales nuestra experiencia como pelotaris. Queríamos aportar a la pelota algo más que lo que ha sido nuestra carrera profesional, impulsar la base. Empezamos hace justo un año con la primera actividad, que fue un campus de verano para los chavales, y acudieron en total unos 150. Nos gustó cómo funcionó aquella iniciativa, vimos que los chavales estaban contentos, nosotros también, y a partir de ahí apostamos por un poquito más. Entonces nos decidimos a hacer un centro de formación durante todo el curso escolar. En Imarkoain, al lado de Iruñea, tenemos unas instalaciones en donde hacemos una especie de refuerzo para los chavales que están en los clubes. Son unas clases un poco más intensivas, centradas fundamentalmente en aspectos técnicos, con grupos reducidos y por tanto muy personalizadas. Los chavales siguen yendo a sus clubes, compiten con ellos, pero los que quieren un poco más, vienen a nuestro centro. Empezamos el curso escolar con unos 30 chavales y lo acabamos con 55, y estamos muy contentos. Casi todos son de Iruñerria, pero también vienen de la zona de Lizarra, Zangoza, Sakana... En primavera organizamos un campeonato individual a nivel de Nafarroa que se jugó en los frontones de Imarkoain y Agoitz, desde pre-benjamín hasta absoluto, y tuvo una buena acogida por parte de los pelotaris, de los clubes y de todos. Fue un éxito. Supone mucho trabajo para los cuatro, porque lo hacemos todo nosotros, pero bueno, ahí estamos.
-¿Cuál es el pelotari que más has admirado?
-Retegi y Galarza eran los pelotaris referencia de cuando yo era chaval, los que más admirábamos. Pero siempre me ha gustado fijarme en todos, porque el que está a ese nivel es porque tiene algo. Yo no he sido nunca de ídolos, sino que me ha gustado mirar un poco lo que tenía uno y lo que tenía otro, el saber sufrir y estar de Antxón Maíz, la elegancia de Martinikorena... A cada uno le veía algo.
-Y a tí se te quedó un poco de cada uno, ¿no?
-Bueno, no sé si me ha quedado nada, porque cada uno somos como somos, y eso es difícil de cambiarlo. Cada uno tiene sus cualidades, y lo importante es que las aproveche y sepa rendir con sus condiciones.
-¿Y el delantero con el que más a gusto has jugado?
-La verdad es que he tenido suerte de jugar con muy buenos compañeros. Con Titín hubo un par de años que jugábamos mil partidos, hacíamos una pareja muy buena. Titín siempre ha rendido a un altísimo nivel, leía muy bien los partidos, tenía bastante agilidad y coordinación en los desplazamientos, y entre los dos le dábamos mucho ritmo y velocidad al juego. De esa forma conseguíamos que el contrario nunca estuviera cómodo ni estático en la cancha, sino que tuviera que estar siempre incómodo, y de esa forma nunca podía mandar en la cancha. Esa era nuestra fórmula de juego, y con él me encontraba muy bien. Y con Irujo tenía afinidades desde chavales y una confianza absoluta para hablar, y eso hace que jugar juntos sea más fácil. Te estoy hablando de dos figurones, y jugar con ellos era sencillo.
-Vamos a hablar del material, casi siempre polémico. ¿No crees que sería más lógico que el saque lo haga el pelotari que hace el tanto, pero que la pelota la elija el pelotari que está al resto?
-No sé si es más lógico o no, pero es lo que hemos vivido siempre, y a veces
cuesta mucha cambiar cosas que ya están tan arraigadas. La ventaja del saque y
de elegir la pelota, sobre todo para el mano a mano, hace que rompa muchos
partidos. Es lo que hemos visto toda la vida, pero la verdad es que tampoco
hemos probado otras cosas. Hoy en día se está jugando con mucho material y se
está primando más el golpear fuerte que el dirigir la pelota. Quizás habría que
buscar un equilibrio, para que el pelotari pueda mandar un poco más sobre la
pelota y no la pelota sobre el pelotari.
-Además de la pelota, ¿qué otras aficiones tienes?
-Además de la pelota, ¿qué otras aficiones tienes?
-Me gusta mucho el monte, ir a pasear tranquilamente en el entorno en el que
vivo, escaparme por el bosque de Kintoa, conocer todavía más la zona.... El
aita ha vivido en el monte y del monte, y me ha transmitido su amor por la
naturaleza.
-La mayoría de los pelotaris hablan euskara. Tú lo tuviste que recuperar, ¿no?
-La ama es euskaldun, del valle de Imotz, y el aita vivía en un caserío entre Agorreta y Zilbeti, pero lo perdió. Y sin embargo, les oyes hablar en erdera y tiene más acento euskaldun mi padre que mi madre. Los padres de mi padre sí hablaban euskara, pero en toda esta zona de Valderro se perdió. Yo de crío iba a la ikastola, antes de hacer la EGB, pero era una ikastola privada de Zubiri y también se perdió. Había pocos habitantes y las ayudas eran las justas. En casa acabamos perdiendo el euskara, y yo lo retomé justo cuando empecé en el campo profesional, con 25 o 26 años. Estuve un par de temporadas en el euskaltegi Arturo Kanpion, porque entonces dejé el caserío y me fui a vivir al Casco Viejo de Iruñea. Desde crío yo tenía claro que iba a intentar ser pelotari y conseguir hablar en euskara.
-Y has conseguido las dos.
-He tenido la suerte de esforzarme por las dos cosas. Lo principal es esforzarte, y luego, hasta dónde llegue cada uno, ya es otra historia.
-¿Qué es más difícil, conseguir una txapela o utilizar bien el nor-nori-nork?
-¡Buh! El nor-nori-nork todavía me cuesta. Además, a la hora de hablar euskara no he sido demasiado académico, ni mucho menos. Me defiendo y he conseguido mi principal objetivo, que era poder tener conversaciones en euskara y entender todo lo que me digan. Eso es lo básico, y luego está lo que quieras progresar. Seguro que yo me apuntaré otra vez en el euskaltegi para perfeccionar. Al hotel viene mucha gente de distintas zonas de Euskal Herria y es muy bonito escuchar a gente de Zuberoa y a gente de Lekeitio. El oído lo tengo bastante bien desarrollado, para poder entender a unos y a otros.
-La mayoría de los pelotaris hablan euskara. Tú lo tuviste que recuperar, ¿no?
-La ama es euskaldun, del valle de Imotz, y el aita vivía en un caserío entre Agorreta y Zilbeti, pero lo perdió. Y sin embargo, les oyes hablar en erdera y tiene más acento euskaldun mi padre que mi madre. Los padres de mi padre sí hablaban euskara, pero en toda esta zona de Valderro se perdió. Yo de crío iba a la ikastola, antes de hacer la EGB, pero era una ikastola privada de Zubiri y también se perdió. Había pocos habitantes y las ayudas eran las justas. En casa acabamos perdiendo el euskara, y yo lo retomé justo cuando empecé en el campo profesional, con 25 o 26 años. Estuve un par de temporadas en el euskaltegi Arturo Kanpion, porque entonces dejé el caserío y me fui a vivir al Casco Viejo de Iruñea. Desde crío yo tenía claro que iba a intentar ser pelotari y conseguir hablar en euskara.
-Y has conseguido las dos.
-He tenido la suerte de esforzarme por las dos cosas. Lo principal es esforzarte, y luego, hasta dónde llegue cada uno, ya es otra historia.
-¿Qué es más difícil, conseguir una txapela o utilizar bien el nor-nori-nork?
-¡Buh! El nor-nori-nork todavía me cuesta. Además, a la hora de hablar euskara no he sido demasiado académico, ni mucho menos. Me defiendo y he conseguido mi principal objetivo, que era poder tener conversaciones en euskara y entender todo lo que me digan. Eso es lo básico, y luego está lo que quieras progresar. Seguro que yo me apuntaré otra vez en el euskaltegi para perfeccionar. Al hotel viene mucha gente de distintas zonas de Euskal Herria y es muy bonito escuchar a gente de Zuberoa y a gente de Lekeitio. El oído lo tengo bastante bien desarrollado, para poder entender a unos y a otros.
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