SU COMPAÑERA MARIVÍ LE PRECEDIÓ, VÍCTIMA DE LA MISMA ENFERMEDAD |
HABÍA NACIDO EN LA ABAURREA ALTA Y VIVÍA EN BURLADA. CONTABA 74 AÑOS DE EDAD Y DEJA VIUDA (ÁGUEDA ORRADRE), DOS HIJAS (VIRGINIA Y MARÍA) Y UN NIETO (ONAX).
CON EL GRUPO DE ACORDEONES DE VILLAVA QUE DIRIGE ROSARIO BAIGORRI |
El pasado 14 de diciembre la "Rondalla Yoar" entregó una placa al acordeonista Florencio Iriarte Ilincheta. Como amigo y compañero de rondallas no ha parado de insistirme: “quiero dar la gracias en el “Diario” a Pedro Azcona y a Javier Cana, Presidente y director de Yoar por el detalle que me llenó de emoción”.
Y es que para Florencio la música fue la sonrisa del alma. Las melodías de su acordeón entraban en el alma de muchas personas, que veían cómo ha luchado a brazo partido quince años contra la leucemia sin un mal gesto atendiendo por igual a las sesiones de quimio como a los conciertos en residencias.
Tenía 74 años y llevaba desde los 15 tocando el acordeón. Pertenecía actualmente a tres grupos: Jaialdi, Solidarios y Yoar. Florencio nació en la Abaurrea y con Águeda Orradre su esposa tuvo dos hijas, Virginia y María, y un nieto, Onax. Hizo de todo en esta vida: labores de labranza, construcción, canteras, excavaciones y siempre música. Recorrió con su acordeón en bicicleta, en una moto Ossa 150 y en un todo terreno todos los pueblos de la geografía foral.
Florencio, abajo, con el Grupo Solidario de Rosario Baigorri |
Este trotamundos de la música popular recibió las primeras lecciones de Munárriz, organista de San Nicolás, de Celia Lumbreras “mientras pelaba patatas”, luego de Gainza, de Marcelino Otaegui “Villabona”, “muy bueno, apunta Florencio, pues me enseñó como nadie”. El solfeo se lo impartió un cura de Chapitela. Y cuando había nevadas fuertes en su pueblo “montaba el acordeón en un caballo par llegar hasta Arive y de ahí en autobús a Pamplona, donde tenía que pasar el día hasta coger otro para el pueblo de turno”.
Eran tiempos en que cobraba 30 duros por actuación, muchas veces solo, otras con un saxofonista de Aibar y otras con un percusionista de la Rochapea.
Una placa más que merecida que le sirvió de aliento en su incierto caminar. Porque la música fue su vida, su pasión. Por eso quiso dar las gracias a todos los que premiaron su talante con esta sencilla placa que fue un empujón más. Pero no suficiente para vencer la maldita leucemia.
FOTO SACADA POR ÁNGEL INDA EN EL HOTEL IRIGUÍBEL DE HUARTE |
PERTENECÍA LA RONDALLA YOAR, QUE LE HIZO UN HOMENAJE EL PASADO MES DE DICIEMBRE EN AGRADECIMIENTO A SU ENTREGA Y COLABORACIÓN