viernes, 17 de mayo de 2019

ALBERTO UNDIANO SEGUIRÁ VINCULADO AL ARBITRAJE EN TAREAS DE FORMACIÓN DE COLEGIADOS, NO EN EL VAR



Alberto Undiano Mallenco se retira con el récord de partidos arbitrados en Primera (348 con el del domingo), diez clásicos y un Mundial.
"Seguiré vinculado al arbitraje desde otra faceta. Echaré de menos el olor a hierba y a los compañeros"
El domingo dice adiós a 19 años en Primera División. Mira hacia atrás y ¿qué ve?
–Veo a un niño de 13-14 años que un día fue a Berriozar de casualidad, pensando que iba a pitar ese partido y se iba a acabar su relación con el arbitraje y me gustó tanto que ha durado hasta hoy. Aquello podía haber sido un desastre y me podía haber pasado como a mis amigos, que se apuntaron a la vez y lo dejaron. Desde entonces, los ascensos por la Regional, la Preferente y la Tercera fueron muy rápido. Con 21 años estaba en Segunda B. Después Segunda y con 26 años llegué a Primera. Casi 20 años en la máxima categoría, con sus cosas, algunas malas, pero sobre todo buenas. Estoy muy contento con todo.


Se retira porque llega a los 45 años, la edad límite.

–Estos días son mezcla de sensaciones. Estás contento por haber llegado con salud, ganas de entrenar cada día y mucha ilusión, pero por otra vez triste porque se acaba la etapa como árbitro. Seguiré vinculado al mundo del arbitraje, pero será en otra faceta.
¿Se nota la edad físicamente?
"Me hubiera gustado arbitrar un Celtic-Glasgow o un Boca-River, pero no es posible si no eres de allí"
–Todos me advertían que cuando cumpliera los 40 iba a ser duro. En mi caso no ha sido así. No sé si por genética o porque he hecho bien las cosas físicamente, he llegado en uno de mis mejores momentos físicos. He intentado cuidarme, entrenar bien, pero no he sido un obseso de la alimentación. He llegado al final de mi carrera con el mismo peso con el que empecé y con menos porcentaje de grasa. A ver si lo consigo mantener a partir de ahora.
¿Qué le ha dado el arbitraje?
–Todo. Mis padres pensaban que hacía falta estar loco para ser árbitro. Pero ahora sé que me ha dado todo. Llegar a Primera División, ir a un Mundial, arbitrar partidos de Champions... Es tu forma de vida. Me ha permitido conocer países que nunca hubiera visitado, personas y me ha dado la posibilidad de hacer deporte. Pero de lo que más orgulloso estoy es por lo que te ayuda a madurar como persona. Un chico que empieza a arbitrar con 13-14 años se enfrenta a una responsabilidad muy grande. Me veo reflejado en mi sobrino, que ha empezado a arbitrar con 16. El chico que empieza, tiene que salir al campo a pelearse con 22 jugadores, los entrenadores, el público, el del bar que te grita... Tus amigos salen de fiesta y tu partido es el domingo por la mañana y te tienes que quedar en casa... Es difícil. Es una escuela de vida. El chico que juega a fútbol también, pero el árbitro además tiene que redactar un acta, contar todo lo que ha pasado, en tiempo, en forma... Es un acicate muy grande para madurar.
¿Qué va a echar de menos?
–Muchas cosas, y no sólo lo que pasa durante los 90 minutos de un partido. El viaje con los compañeros, la cena del día anterior en la que hablas de todo, el entrenar para preparar el partido... Lo disfrutaré de otra manera.
Si le digo Numancia-Oviedo, ¿qué le viene a la cabeza?
–Fue la ilusión de un niño que empieza a arbitrar y llega a Primera División. El debut en Primera. Me acuerdo perfectamente qué comí, dónde... Y en el momento de salir al campo pensé que en la radio estarían respondiendo a la típica pregunta de "¿Quién arbitra este partido?" y dirían mi nombre. En aquel partido conocía a los jugadores del Numancia, a los que les había pitado la fase de ascenso con el Recreativo, que dirigía Caparrós... Me hizo estar un poco más tranquilo. Además, estaba cerca de casa y fue a verme bastante gente de mi familia, de mis amigos... Fue el inicio de 347 partidos más.
¿En qué ha cambiado como árbitro?
–Creo que he evolucionado. Y eso que el otro día vi un vídeo de un partido que tenía grabado mi padre en Ayegui y, además de cosas que hacía horriblemente mal, me reconocí en algún gesto, cuando reñía a un jugador... Como árbitro eres más maduro, más experto, sabes cuándo parar el partido... y como persona también. Con 26 años no era padre, no era internacional...
Si se tiene que acordar de un momento, supongo que se traslada a Sudáfrica.
–Sí, el arbitraje te da muy buenos momentos, pero el más bonito fue el Alemania-Serbia, el primero que pité en el Mundial. Es la ilusión de tu vida. Hasta entonces lo había visto en la tele, los partidos de la selección... Hasta el fallo de Cardeñosa lo recuerdo siendo yo un pequeñajo... Y de repente te ves en medio. Después el partido empieza y ya no te enteras. Ese es el momento más bonito, junto a las finales de la Copa del Rey. He tenido la suerte de arbitrar dos y es la fiesta del fútbol, el ambiente es muy familiar... de las veces que más he disfrutado.
¿Y qué momento borraría?
–Siempre hay momentos complicados, cuando te equivocas en una decisión importante que ha tenido trascendencia en el marcador o en la eliminatoria... Pero cuando peor lo pasas es en categoría regional. Y eso que en Navarra la gente del fútbol es bastante correcta. Hubo una pequeña agresión en su día, un par más a asistentes... En esos momentos te planteas si merece la pena. Pero como a uno le gusta tanto, para cuando sales del vestuario ya se te ha pasado el disgusto.
Ha arbitrado diez clásicos entre Barcelona y Real Madrid. ¿Cuántas veces le han preguntado por cómo son Messi y Ronaldo en las distancias cortas?
–Esa es la pregunta del millón. En la Liga española tenemos el privilegio de tener a los mejores jugadores del mundo. El nivel es muy alto. Incluso los equipos que descienden, en otras Ligas jugarían competiciones europeas. Ahora estoy arbitrando a hijos de jugadores que en su día arbitré y les recuerdo cosas de sus padres. Es una generación entera que ha pasado por delante de mis ojos.
¿Cómo ha cambiado el arbitraje?
–El arbitraje es un servicio al fútbol y se tiene que ir adaptando al fútbol. El fútbol es mucho más rápido. Hoy los jugadores te hacen un control orientado hasta en Tercera y antes se paraba el balón y se reposaba. Si no lo preparas muy bien, vas por detrás. También el fútbol se ha ido convirtiendo en un negocio muy potente. Todos los clubes reciben 45 millones de euros cada año y pueden hacer grandes plantillas y ha hecho que todo sea más complejo a la hora de tomar las decisiones. Y los medios de comunicación también ahora son más numerosos. Se habla más horas de nosotros, hay redes sociales... como no sepas manejar todo eso lo tienes crudo.
¿Se ha sentido bien tratado por la prensa?
–En general, sí. Hace unos años mejor que ahora, porque creo que todo cansa. Me veían como un chico joven, aire fresco en el arbitraje y ahora me ven como lo peor. Pero en líneas generales, en Navarra me he sentido apoyado, quizás porque no puedo arbitrar a Osasuna (bromea). A nivel nacional, creo que también, aunque todo cansa. En esta recta final, te sientes valorado. Aunque siempre hay cosas que no gustan, más por el entorno, porque me llama mi madre y me dice: "Han dicho esto" o a los niños les dicen algo en el cole algún compañero... Pero por lo general, no me quejo.
¿Hay algún partido que le hubiera gustado arbitrar y no lo ha hecho?
–He arbitrado muchos partidos, en muchos sitios, pero hay dos que me hubiera encantado hacerlos alguna vez porque me han llamado mucho la atención: el Celtic-Rangers, el derbi escocés, y el Boca-River. Dos derbis impresionantes del mundo, que si no eres árbitro de su país no puedes hacerlos.
Hace 19 años no podía imaginar que iba a terminar arbitrando con VAR.
–Al principio de temporada no estaba contento, porque pensaba que podía ser un año tranquilo y el VAR iba a cambiarlo todo. Pero es una herramienta que nos ha hecho estar muy atentos y me alegro de haber arbitrado con VAR, porque en la posible ayuda que yo vaya a hacer a los árbitros, voy a saber cómo se vive desde el campo. Si cualquier persona en su trabajo tuviera un reloj que le avisara en un error, lo consideraría como una ayuda. Si hubiera tenido VAR antes, me habría ayudado a tomar la decisión correcta en esas seis-ocho jugadas importantes, me habría evitado los desvelos posteriores y el partido habría sido más justo. Pero ha llegado para quedarse. A nosotros nos ha ayudado y es una tranquilidad salir al campo sabiendo que no vas a tener un error manifiesto.
Ahora se valora más lo que hace el árbitro en el campo frente al físico.
–Va por modas. Antes se quería árbitros veteranos, después árbitros jóvenes, después atletas... Ahora como en el aspecto físico se ha logrado la excelencia, se busca un árbitro que se anticipe a lo que pueda pasar. Los tiempos cambian y el árbitro tiene que adaptarse a lo que le pida el fútbol.
Cada vez hay más árbitras.
–Sí, en el arbitraje, en el fútbol y en el deporte en general en España, y no hay más que mirar a los Juegos Olímpicos. Fui al último partido en El Sadar del play off de Osasuna y me quedé alucinado del partido y la cantidad de niñas que había viendo. Y en el arbitraje, las chicas que había hasta ahora eran las que venían a estudiar a la Universidad, pero ahora hay 10-12 chicas y es una gozada. A ver si conseguimos, como en Alemania que haya una chica arbitrando en Primera, o como en Francia. Han estado con el viento en contra y ahora están con el viento a favor y lo tienen que aprovechar.
Su despedida puede ser la final de la Copa del Rey.
–Cabe esa posibilidad. Si tengo la suerte de arbitrarla, será una alegría, porque será el último en España. Tengo un amistoso en Francia en junio, pero aquí sería la despedida como árbitro y nada mejor que una final de Copa.
¿Dónde está su futuro?

–Todavía no se puede hacer oficial, pero estaré vinculado al arbitraje. Seguiré en el Comité Técnico de Árbitros donde pueda echar una mano a las nuevas generaciones. Seguro que el que ascienda en mi lugar va a llegar más preparado.

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