Se llama Fran Mérida, "un chico normal". El fútbol es tan cruel
que mucha gente ya daba por perdido a este chico de Barcelona nacido hace 26
años. Le han pasado tantas cosas desde que se hizo famoso hace una década que
podríamos pensar que ya tendría que estar cerca de la treintena. Pero como
tiene toda la vida por delante aún, decidió "empezar
de cero para hacer las cosas bien". Comenta en lo que ha fallado y en lo
que le han fallado... Pero aunque si volviese atrás "cambiaría algunas
cosas", todo lo que le ha sucedido le ha servido "para madurar".
-¿Qué es para ti el fútbol ahora,
después de todo lo que has vivido?
- El fútbol para mí
siempre ha sido mi vida. Cuando ya nos hacíamos mayorcitos, recuerdo a amigos
que se iban al cine con niñas y yo me quedaba jugando al fútbol en el parque.
Siempre ha sido mi pasión y siempre la va a ser hasta el día que el propio
fútbol me eche. Incluso entonces seguiré jugando con mis amigos. He encontrado un lugar
donde me siento respetado. Soy una persona a la que tampoco le ha gustado nunca
hablar mucho. No sé si soy un poco rancio en eso. Creo que es bueno que se
hable porque, en este caso, después de este tiempo malo, me estoy encontrando
de nuevo bien. Me estoy pareciendo un poco a ese jugador joven que despuntó en
el Arsenal y en el Atlético. Pero lo que no quiero es que estas cosas me
desconcentren ahora.
-¿Necesitabas bajar de categoría para volver a disfrutar?
- Lo que necesitaba era empezar de cero.
Cuando salí de Brasil no tenía ofertas de Segunda y lo único que me surgía eran
opciones para irme al extranjero, a Grecia y a Chipre, pero lo mejor que hice
fue no irme, porque no iba a ir ilusionado. Y aunque fue un Segunda B, la S.D. Huesca,
creo que elegí bien.
- Ascender a Segunda fue el siguiente
paso para su reencuentro consigo mismo.
- Sí. Alguna vez me han preguntado si
tengo ganas de volver a Primera, obviamente las tengo, pero no estoy
obsesionado. Cuando decidí venir aquí quería empezar de cero y hacer las cosas
bien, ir pasito a pasito. Cuando sucedió el 'boom' de debutar en el Arsenal di
pasos más grandes pero menos seguros. Pasé una mala época en el Braga.
- Ahora quiere hacer las cosas bien, ¿qué hiciste
mal entonces?
- No dejaba de ser un chico muy joven que
vivía solo y no tenía el apoyo familiar que necesitaba. Mis padres estaban en
casa y yo en Londres. Luego en Madrid también estuve solo. Y así hubo
decisiones que tomé que con más apoyo no las habría tomado, como las que tomé
para salir del Atleti: una fue irme a Portugal -al Sporting de Braga- y otra ir
a Alicante -al Hércules-. Y aun así, de esas cosas he aprendido. Al final todo
me ha servido para ver las cosas de manera diferente, para madurar un
poco. Si volviese atrás habría hecho alguna cosa diferente, pero todo esto
me ha servido para mejorar como persona y futbolista.
- Cuando acabaste tu contrato con el
Atlético Paranaense y estabas sin equipo, ¿te llegaste a plantear tu carrera
como futbolista?
- Hubo días muy malos. Llegaba agosto y sólo
llegaban unas pocas ofertas del extranjero, pero era imposible convencerme
de salir fuera. Y entonces me llegué a plantear otras cosas. Yo estoy formado
escolarmente, pero nada más, porque me he pasado la vida jugando. Un día tuve
una charla con mi padre y me hizo ver que yo era un afortunado. Él a los 15
años empezó a trabajar y a los 25 ya nos tenía a mi hermana y a mí y a veces
tenía que llamar al abuelo para ver si le prestaba dinero para comprar comida.
Y me decía: "Mírate tú, tienes 24 años -los que tenía por entonces- tienes
toda la vida por delante, esto es sólo un bache que te tiene que convencer de
cambiar algunas cosas y los resultados llegarán".
Me convenció para seguir luchando y me dijo que estaba seguro de que en
unos meses o años nos reiríamos de esa situación. Antes de esa charla y los
meses que estuve entrenando con el Prat -antes de firmar por el Huesca- toqué
fondo, pero esa charla me hizo más fuerte.
Hay agentes que sólo buscan la comisión
En el Huesca, Fran Mérida ha vuelto a disfrutar por fin del fútbol. Es
feliz, se vuelve a sentir "respetado e importante", pero como dice,
hubo un momento en el que se planteó todo, hasta dejar de hacer lo que más le
gusta. Pero es que el fútbol tiene cosas muy oscuras que no se aprecian desde
fuera y que son desagradables incluso para un futbolista. "Lo que no me
gusta es esa gente que, cuando todo va bien, se acerca a ti, te da la palmadita para ver qué puede sacar".
En el Atlético llegué a perder la
ilusión, me sentía desplazado sin motivo. Cuando pregunté a Quique Flores qué
pasaba él me decía que nada.
En buena parte, el centrocampista se refiere a algunos
"agentes" que solo quieren llevar al jugador "a cierto sitio
porque sacan más comisión". "Cuando nada va bien, la gente ni te
llama", dice compungido el catalán. Y en parte por eso y en parte porque
forma parte de su corazón, Fran siente un aprecio tan grande al hombre que
ahora lleva sus asuntos, Antonio López, excapitán del
Atlético de Madrid. Es más que un agente, más que un amigo para él, así como su hermano,
Óscar López y Rubén. Fueron ellos los que le enderezaron, los que siempre
confiaron en él y en los que él más confía.
-El fútbol es muy efímero y puede que
haya gente que piense que tú fuiste un 'bala perdida'.
-He sido un chico joven normal que vivía solo. En mi tiempo libre me
apetecía quedar con los amigos y tomarme unas cañas. Como todo me había ido tan
bien en la vida, me planté en Londres y jugué en el primer equipo, luego
conseguí venir al Atleti, que era un sueño... A esa edad y con todo lo que
había logrado, cuando las cosas se torcieron no supe administrarlo.
- ¿Qué pasó en el Atlético de Madrid?
- Llegué con 20 años, muy ilusionado y
todo empezó muy bien. Incluso en pretemporada marqué cuatro o cinco goles. A
Quique Flores parecía que le había convencido. Entraba en sus planes
habitualmente. Luego, a falta de tres meses para acabar la temporada, desaparecí.
Tuve alguna discusión con Quique y no sé si es que él se lo tomó como algo muy
personal como para dejarme tres meses fuera de la convocatoria. Sus razones
tendría, pero a mí me hizo mucho daño. Perdí la ilusión, había días que no
entrenaba al 100% porque me sentía desplazado sin ningún motivo. Cuando le
pregunté qué pasaba él me decía que nada.
Al año siguiente se fue García-Pitarch, vinieron Caminero y Manzano y no
contaban conmigo. Yo cuando fui al Atleti pensaba que lo que esperaban de mí
era una progresión, no que con 20 años ya respondiera al máximo. Esperaba que
hubieran tenido algo más de paciencia conmigo, pero el Atlético es un club
grande y si no lo aprovechas, llaman a otro.
-También coincidiste con Simeone. ¿Qué
tal fue?
-Con el Cholo estuve bien. No contó nada
más que en tres o cuatro partidos conmigo, pero lo que me gustó de él es que, a
diferencia de otras personas, me vino de frente y me dijo a la cara que no iba
a tener muchos minutos, pero que si trabajaba y me lo merecía, iba a ser justo.
No tengo nada que reprocharle.
- Hablando de entrenadores, tengo que
preguntarte por Luis García Tevenet en
el Huesca.
- Muy bien, de verdad muy bien. Me metió mucha caña y yo eso creo que es muy
bueno. Cuando un entrenador está encima de mí, me cuida la alimentación, me
cuida físicamente me hace ver que está contento conmigo y que me quiere tener
bien. Cuando llegué a Huesca yo estaba con falta de rodaje y tuvo paciencia
conmigo y confió en mí.
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