miércoles, 4 de marzo de 2015

LUCHÓ, VENCIÓ Y CUMPLIÓ LA PROMESA



UN CÁNCER DE MAMA A LOS 49 AÑOS 

Estaba senado a la mesa hace 22 años junto con mis amigos ilicitanos residentes en Madrid, Alfonso Agulló y Lola Torres y comenté que a mi madre le habían detectado un cáncer de pecho pero que a su edad, 80 años,  no tenía ninguna complicación, como así fue. Lola mostró su curiosidad por el tema pues notaba un cosquilleo en uno de sus pechos. En cuanto llegó a casa pidió consulta médica y era algo más que molestias. Se trataba de un cáncer galopante de mama que precisó tumorectomía o mastectomía con  la consiguiente extirpación de uno de los senos y posterior reconstrucción mamaria.
Esto hace ahora 22 años y su recuperación ha sido tan completa que cada año acude a celebrarlo haciendo el Camino del Rocío.
En el reciente viaje que hicimos los tres a Elche para ver el partido contra el Real Madrid me contaron la historia que yo he dado forma literaria y que traslado a mis lectores de este blog íntegramente porque va a ser publicada en la revista de la Hermandad del Rocío de Granada.


MAMÁ: ¿POR QUÉ ERES DE LA HERMANDAD
DEL ROCÍO DE GRANADA...?
Lola está espléndida de salud, disfrutando de la vida 
y de sus cinco nietos acudiendo cada año al Rocío 
Mis padres me hablaron de ti, Virgen del Rocío,
cuando apenas yo empecé a vivir  ya te he conocío.
y en carretas por bueyes tirá, tó los años vine,
mi ilusión era siempre cantar coplas a la Virgen.

Vivimos en Madrid y somos hinchas del Atlético. En una campaña promocional de socios se hizo famosa esta pregunta: “Papá, ¿por qué eres del Atlético...?”. Un día mi hija Ana Lourdes me planteó este interrogante: “Mamá, ¿por qué eres de la Hermandad del Rocío de Granada...?” Y se lo expliqué así de mil amores:

- En el año 1993 cuando tú tenías 6 añitos pasé un cáncer muy grave. Conocíamos a unos amigos de Granada que vivían como nosotros en Madrid, que se trasladaban cada año al Rocío. Les prometí que si me salvaba de tan delicado trance iría con ellos en acción de gracias. Al año siguiente acudimos cumpliendo la promesa. Fue como un flechazo de amor del que quedamos cautivos desde entonces y ya no hemos dejado  ni un solo año de hacer el camino.

En edad juvenil se incorporó ya nuestra hija contagiada por la misma pasión. Con mi esposo Alfonso y la pequeña de la familia hemos vivido grandes momentos, hemos compartido jornadas inolvidables. ¿Quién dijo que la gente de Granada no es acogedora?. Por favor... que se vengan con nosotros  y verán qué encantadores son. Prueba de ello es que desde el primer momento su exquisito trato nos enganchó. Quedamos integrados en su ambiente, en su estilo social, lo que ha supuesto para nosotros una cita inaplazable en nuestra agenda, aunque tengamos que hacer más de un sacrificio para estar allí.

Como somos muy amantes de las tradiciones y de recorrer mundo conocemos el Camino de Santiago, las Javieradas de Navarra, ente otros... En estos 20 años nuestra presencia en la Carreta “La Zambra”, nuestro grupo de una docena de entrañables amigos, el rezo del ángelus, el rosario tras la cena y las sevillanas rocieras de madrugada... nos han llenado de felicidad. Tanto que cuando volvemos reventados de cansancio por haber disfrutado mucho y dormido poco, ya estamos contando los días para volver al año siguiente y como dicen en Pamplona refiriéndose a los Sanfermines, también nosotros entonamos el “ya falta menos”...

La Virgen del Rocío tiene esa magia, ese carisma que nos hace derramar más de una lágrima cuando la miramos cantándole coplas y sevillanas rocieras. Las sabemos todas y tienen una fuerza enorme por su mensaje, expresión y vibración. No se nota nada que somos de fuera. Somos, como dicen ellos, unos granadinos más, unos rocieros que viven el Camino poniendo el alma en cada paso  mientras el cuerpo aguante. Notamos que nos ha impuesto carácter porque somos capaces de arrostrar con todas la incomodidades porque vamos a ver a los amigos y porque la convivencia es tan emotiva y agradable que nos hace convertirnos en unos romeros más.

El urólogo inglés Oliver Sachs se despidió  del mundo con una carta publicada en el New York Times en los últimos días, víctima del cáncer que padecía:

- “Mi sentimiento predominante es de gratitud hacia la vida. He amado y he sido amado, me han dado mucho y yo he devuelto una parte. He leído, he viajado, he escrito y he tenido una relación personal con el mundo. El resto es silencio”.

Parafraseando al inglés, quiero hablar del resto en voz muy alta. Cuando padecí la terrible enfermedad habría añadido: “tuve la suerte de conocer a la Hermandad del Rocío de Granada y llevo viviendo una prórroga de 20 años que nos ha colmado de felicidad a toda la familia”. (Mª Dolores Torres)


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