Por encima de detalles, por sorprendentes que resulten, caso de los tres penaltis detenidos por Sergio Herrera, la merecida victoria de Osasuna en Cádiz explica a la perfección cómo funciona esta categoría, la Segunda División, donde no importa tanto ser el mejor sino el más listo para ganar el partido. A lo largo de la temporada está arriba quien mejor juega, o menos mal, sin duda, pero son muchos, demasiados, los partidos resueltos a favor del más listo de la clase, no porque haya jugado mejor sino simplemente ha sabido aguantar sin desfallecer un momento. Es lo que ocurrió a Osasuna en el Ramón de Carranza. El partido no tuvo nada que ver con el del Sportingy mucho con cualquiera de los anteriores, pero, claro, esta vez saldado con tres puntos de oro.
Osasuna salió a por el encuentro, con el balón a sus pies para llevarlo al campo rival, marcando los tiempos. No pisó área ni creó peligro, pero apuntaba maneras. Sin embargo, al cuarto de hora el portero Sergio Herrera cambió radicalmente el escenario al agredir innecesariamente al capitán gaditano, parar el consiguiente penalti y encararse finalmente a la grada.
La temperatura del Carranza subió diez grados en el césped y mil decibelios en la andanada durante esos tres minutos. El partido fue otro hasta el pitido final. Creció enteros en presión e intensidad, el trabajo solidario se impuso al lucimiento personal, con más corazón que cabeza, y aguante que iniciativa. La idea es que el tiempo pase sin sobresaltos. No importa la vistosidad, sino que nada escape al control.
En tales coordenadas, los minutos pasan con brega y más brega, y el electrónico avisa que dará igual que se fundan los plomos, que no cambiará. Los contendientes piensan sobre todo en maniatar al contrario, que no se mueva. Si debe ocurrir algo en la puerta de enfrente, ya llegará. No obstante, segundo penalti y por duplicado. El Cádiz se hunde, y Diego Martínez que ya había tratado de hacer algo más incluyendo a De las Cuervas, pisa el acelerador con Xisco.
La jugada le salió genial. El Cádiz acabó de quemar naves con sus cambios y el banquillo rojillo le respondió con Unai García por Roberto Torres, que cuajó una gran faena gozando de libertad de movimientos. El cambio a punto estuvo de costarle la victoria si Perea no falla lo imposible. El técnico gallego en ocasiones similares, en Vallecas por ejemplo, ha tratado de apuntillar más que contener, pero le salió bien gracias a la pifia del gaditano y una nueva acción entre los dos refresco: Xisco, que hizo lo más difícil, y De las Cuevas, que apuntilló sin piedad.
Pleno de Osasuna en eficacia, Con tres llegadas al área, dos goles en el momento oportuno. ¿Pudo ganar el Cádiz? Desde luego, pero eso ahora resulta irrelevante. El resultado premió el trabajo previo. Los futbolistas de Diego Martínez supieron bregar mejor para sentirse más cómodos en el campo, mientras que a los de Álvaro Cervera no les salió nada de cuanto intentaron.
Salvo excepciones, casi obligadas por las circunstancias, caso de Arzura por el sancionado Torró o la mencionada salida al final de Unai García, el técnico osasunista repite casi sistemáticamente alineaciones, y también sustituciones durante la segunda parte. Ha logrado concretar y cuajar su discurso, muy acorde con la categoría donde se mueve. Parece que sin hacer nada del otro mundo suma, y eso es lo que importa.
Osasuna no dimitió en el Ramón de Carranza, todo lo contrario que Alfonso Remírez, el portavoz de Fran Canal. Ya cansaban sus continuos avisos de que se iba harto de trabas y críticas. Viajes de ida y vuelta que recordaban a aquel delantero centro de infantiles que tras una tarascada del central comentó: “Yo para esto no juego”. No aguanto pero me halagan y sigo, se me indigesta la cena y me vuelvo a ir. No parece serio.
Esto es fútbol, y esto es Osasuna, donde cualquier cadete ya sabe cómo funciona este mundo. Sin duda, se trataba del hombre fuerte de la directiva de Luis Sabalza. Entre él y el factotum, que le condujo minuciosamente al estrellato, se lo comían y se lo guisaban. En cualquier caso, se trata de una decisión personal y respetable. Ahora bien, si es cierto que Fran Canal aseguró que si Ramírez lo dejaba, él también… ¡ya debería tener hechas las maletas!
Por lo demás, escrito quedó en esta web líder de Navarra. “Osasuna, un club ingobernable” se titulaba. Esto es un pueblo, y cada cual reclama sus cotas de poder, sea porque tiene acceso al club, goza de una tribuna o articula un grupo de presión, indefinido o perfectamente delimitado, relativamente nuevos como el Proyecto Kutz o instalados desde hace tiempo en El Sadar como los Indar-Gorri.
Por lo demás, escrito quedó en esta web líder de Navarra. “Osasuna, un club ingobernable” se titulaba. Esto es un pueblo, y cada cual reclama sus cotas de poder, sea porque tiene acceso al club, goza de una tribuna o articula un grupo de presión, indefinido o perfectamente delimitado, relativamente nuevos como el Proyecto Kutz o instalados desde hace tiempo en El Sadar como los Indar-Gorri.
En estos momentos, Osasuna se asemeja más en su modo de funcionar al club de las piscinas de cualquier pueblo que uno de élite que es. Por ejemplo, nadie quiere que sea sociedad anónima, y menos todavía los fondos de inversión. Sin poner una perra se hacen dueños. Tres o más fondos de inversión pululan a la caza de candidatos. Quien más sabe de esto también es Fran Canal.
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