viernes, 20 de octubre de 2017

LA OTRA CRÓNICA DEL OSASUNA-BARCELONA B


La remontada se quedó en empate
Partido intenso, vistoso, peleado, en el que Osasuna no supo controlar al Barça B, y luego supo rehacerse y jugar mejor cuando tenía todo en contra.
Osasuna empezó bien, con ocasiones y juego, y acabó mejor todavía pese con diez futbolistas sobre el campo. La pena es la media hora en que dejó campar a sus anchas al filial culé, tiempo en el que pudo causar un roto, concretado en los dos goles. Sin embargo, a partir de tal miseria, los rojillos caminaron a la gloria, que llegaron a tocar, aunque sin hacerse con ella del todo. En cualquier caso, el punto no es malo. En Segunda hay que puntuar. Lo mejor es de tres en tres, claro, pero estos accidentes ocurren periódicamente  en una categoría tan irregular, especialmente si median arbitrajes de nivel tan bajo como el de Ocón Arraiz, que desquició a los pupilos de Diego Martínez, víctimas de la provocación del colegiado riojano.

El técnico rojillo sorprendió con su trío de ‘nueves’ sobre el campo (David, Xisco, Quique), apuesta avariciosa ante un rival de los que, presumiblemente, dejan jugar. La propuesta avisaba de un juego directo, sobre todo porque rehuía la batalla en el centro del campo, que presuponía  una superioridad blaugrana. En la práctica, la idea, que por lo demás se asemejó al acostumbrado 4-4-2 con Quique González caído continuamente a banda,  salió bien los primeros minutos, pero se pagó muy cara poco después, cuando los culés se hicieron dueños del balón. Los jugadores de Diego Martínez salieron de inicio en tromba, trenzaron bien por las bandas, especialmente por la del omnipresente Clerc, pero la inercia se acabó cuando los filiales se situaron a sus anchas sobre el campo.

El equipo de Diego Martínez no presiona. Cuando el rival ataca le gusta detenerlo posicionalmente, algo que ciertamente le ha dado buenos dividendos hasta la fecha. No obstante, jugar a esperar a un equipo joven, fogoso, con una técnica envidiable, un estilo cuajado, y un juego muy abierto, no resultó suficiente. Sin presión en su contra, los culés se escapaban con demasiada facilidad. La bisoñez les impidió llegar más a puerta con peligro, pero en las tres veces que lo consiguieron anotaron dos goles de manera muy cómoda, y a punto estuvieron de anotar el tercero. Los rojillos estuvieron media hora sin saber cómo atajar la endiablada circulación interior blaugrana, sustentada en su poderío en la parcela ancha.
El mérito de los jugadores rojillos estuvo en saber rehacerse, para lo que contaron con tres factores fundamentales: su carácter, el apoyo de la grada, y los momentos sicológicos de ambos goles, el final de la primera parte y el comienzo de la segunda. Quedaba toda una mitad, un mundo, y el partido volvía a comenzar de cero. Las tornas eran otras, y posibles los tres puntos. Los hombres de Diego Martínez habían convertido el partido en idas y vueltas continuas gracias a la casta que le echaron, y así lo siguieron conduciendo hasta el final. Ahí se sentían más cómodos que los jovenzuelos del Barça B, más amigos de la elaboración y el fútbol controlado.

La expulsión de Fran Mérida, que pagó su exceso de revoluciones, pesó como una losa. El técnico rojillo trató de arreglar el entuerto a costa de romper la tripleta de adelante, por otra parte lenta y bastante previsible, dando entrada  a Fausto Tienza en el pivote y tratando de conducir con la velocidad de Mateo. Esos dos cambios le funcionaron. Más discutible resultó la salida de Sebas Coris, que no tocó el balón los diez minutos que estuvo en el campo. Encomiable el trabajo y comportamiento del  equipo en esa media hora fatídica, en la que lograron hacer las ocasiones suficientes para ganar, sustentados en ese fútbol de ida y vuelta que les permitía sujetar a base de empuje el control del juego, algo que no lograron los culés con su circulación de balón.

El riojano Ocón Arraiz, lamentable protagonista del choque, además de poner casi imposible el triunfo dejó secuelas importantes para la próxima cita en Tenerife, sobre todo en el centro del campo, donde Diego Martínezune la baja de Fran Mérida, eje y sustento de su juego colectivo, a la de Lucas Torró, y tampoco podrá contar con Torres por acumulación de tarjetas. ¿Quién creará? ¿el gladiador Fausto Tienza ayudado por el correcaminos ‘Arzurita’? El técnico deberá introducir cambios sustanciales, un buen test por otra parte para comprobar el funcionamiento del bloque que ha cuajado el nuevo entrenador. En cualquier caso, si los jugadores siguen enseñando el mismo carácter saldrán con mucho terreno recuperado.


(Por José Mari Esparza, 
periodista de navarra.com)

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