El mejor
partido de los hombres de Diego Martínez mereció un resultado más abultado ante
el líder
Así da gusto. Salir de El Sadar feliz por el
juego y los puntos es lo más que puede pedir cualquier aficionado, y eso
ocurrió con la visita del Sporting. Hasta ahora, Osasuna ha dejado su mejor victoria en Vallecas (0-3) y cuajado su mejor partido ante los gijoneses (2-0), es decir,
frente a dos equipos de campanillas y aspiraciones.
En el primero simplemente gestionó bien un gol de estrategia a balón
parado, en el segundo ha concretado un fútbol compacto, de calidad contrastada,
de bloque cuajado, regular de principio a fin, sin duda, el mejor de la campaña. Quizás, deberíamos remontar la
mirada hasta el play-off de ascenso para ver a
Osasuna jugar así. Bien es cierto que solamente jugaron dos expertos canteranos y termino
solamente uno en el césped, pero sin quitar relevancia al hecho, esos detalles
se llevan mejor tras un partido casi redondo.
Podría argumentarse que el Sporting se mostró un conjunto
blando, y es verdad. Los gijoneses decepcionaron en su visita
a Pamplona. Dejaron jugar muy cómodo, sin presionar y, lo que es peor, sin definir
una propuesta eficaz. ¿A qué jugaron? Ellos sabrán, es todo lo que puedo
responder. Saben mover el balón, obvio, pero no
dejaron claro a dónde lo querían llevar.
Apenas pisaron el área rojilla. Simplemente se encorajinaron a principio de
la segunda parte, tras el descanso, buscando la reacción, y poco más. Apagaron
pronto sus ínfulas, diluidas en la nada. Si el Sporting quiere ascender, mucho deberá cambiar el chip. Necesita más
ambición y… trabajo. Desprendió cierto tufillo a veteranía malsana, algo que por estos lares también puede aflorar en un momento dado.
El triunfo de Osasuna ante el Sporting, no obstante, tampoco hay que achacarlo a las deficiencias del conjunto
asturiano. Los hombres de Diego Martínez salieron a por
el partido, se hicieron con el balón, lo tuvieron casi siempre bajo control,
proyectaron verticalidad, pisaron área, maniataron a los gijoneses, crearon
peligro y ocasiones... en fin, merecieron un mejor
resultado. Pudieron golear.
En el apartado del ‘debe’ podría argumentarse que, en general, sigue demasiado costosa la conexión con los puntas, o en particular
que Quique González se comporta como el
Guadiana, aparece y desaparece. Sin embargo, tras un encuentro tan compacto, no
merece hoy la pena enredarse en minucias.
Es el partido, por ejemplo, para ensalzar a Fran Mérida. El centrocampista se echa al equipo a la espalda, defiende y ataque. Roba
balones y los sabe llevar hasta arriba para que acaben en gol. No desfallece en
el esfuerzo sino que regala continuidad a raudales en cualquier espacio. Vive
una segunda juventud, se asienta, hace realidad sus
lejanas promesas. Además, ante el Sporting tuvo a su lado
a Lucas Torró, que también se
salió.
El técnico encontró en ambos el equilibrio perfecto. El primero aporta
corte creativo, mientras que el segundo sobresale en la contención, pero ambos
saben de cualquiera de estos dos aspectos. Ante los hombres de Paco Herrera, por ejemplo, Torró dictó una clase de salida de
balón.
Tras media docena de partidos donde Osasuna no ha destacado ni por los resultados ni por el juego, el séptimo le
encarama a lo más alto de la tabla. De acuerdo que esto es la Segunda División, siempre muy rara, imprevisible, caprichosa, y que además queda una
eternidad para llegar a Junio, pero sin demostrar
casi nada Osasuna ofrece esta imagen resultadista, que teóricamente
debe ir a más, hay motivos para que al menos no se haga esta temporada tan
larga como la precedente, que cada partido cuente una historia diferente.
Por otra parte, la visita del Sporting llegó precedida
de la asamblea de Fran Canal, una convocatoria a
su medida en la que presentó sus dos caras, la que lleva más adentro y le hizo
perder los papeles, y la de encantador de serpientes que lee ha llevado a ser
posiblemente el directivo mejor pagado en Navarra y con el club a su imagen y semejanza gracias a su acólito Remírez. Pensaba hablar más
de todo esto, pero tiempo habrá. Resulta más
saludable el sabor de la victoria ante el Sporting.
(La otra crónica de José Mari Esparza en Navarra.com)
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