El Gobierno foral está a muerte con Osasuna. Lo quiere tanto que lo asfixia del abrazo. El consejero Aranburu le exige que pague lo que debe, pero además lo apalea. pide al juez que impute al club por delito fiscal. y lo socios compromisarios se quejaban de las malsanas intenciones del Presidente de la Liga, Javier Tebas. lo declararon persona "non grata" por bastante menos. El titular de Hacienda va de pureta. Las pulgas legales que no han buscado en la ETB, Davalor o AFI se las encuentran al perro flaco. Al "club más que un club" le privan de sus "decisiones atípicas". No les basta que quiera saldar deudas. Lo quieren liquidar. El Gobierno amigo de Uxue Barkos se pone al frente de la escabechina penal. La parece poco el palco de El Sadar, que pide invitaciones de primera fila en la Audiencia. Que paguen por sus acciones unos directivos poco recomendables es obligado. Pero pedir que se castigue a unos socios que ni pinchan ni cortan es demencial. Con amigos de éstos, sobran los enemigos.
(Luis Castiella en Diario de Navarra)
EFECTOS DE LA DERROTA CONTRA EL ALAVÉS
La derrota
sufrida por Osasuna ante el Alavés (0-1) en el estadio del Sadar provoca una situación límite para Martín
Monreal. El equipo se
hunde en la penúltima posición de la tabla con una victoria en once jornadas,
con dos empates logrados en casa después de seis partidos como local y su
crédito está agotado.
Ahora todo
depende de la paciencia que tenga la Junta
Directiva que preside Luis Sabalza. Hay
dos opciones. Mantener la actual situación deportiva "a muerte con
Martín" esperando que llegue el milagro pese al fracaso deportivo, o bien
buscar un revulsivo o una alternativa en el banquillo, además de reforzar
al equipo en cuanto sea posible.
El equipo
rojillo ha mantenido un buen nivel a domicilio, donde ha sido capaz de sumar
cinco puntos con dos empates y una victoria. El
último encuentro en Bilbao (1-1) abrió la esperanza con un equipo que salió
decidido, valiente,
presionando y adelantándose en el marcador.
Todo lo
contrario a lo que se ha visto este sábado ante el Alavés en Pamplona, con un planteamiento
miedoso, reservón, dándole el balón y el campo al rival sin presionar lo más mínimo
como dando por bueno el empate. La imagen ofrecida ha sido muy pobre
futbolísticamente, ante un rival que dominó siempre el partido.
UN CLUB INGOBERNABLE, EQUIPO SIN GOBIERNO
Osasuna se encuentra en un
momento trascendental. O se mantiene en Primera y consolida su viabilidad a
futuro, o desciende a Segunda y regresan todos los fantasmas, incluidas las fobias de los ‘cuatripartitos’, presagio de la hecatombe.
Evidentemente, la llave la guarda el equipo, y éste tiene dividido al
osasunismo. Las victorias endulzan hasta lo más amargo, pero éstas no llegan ni
aparecen señales de que vayan a hacerlo. Para unos hay lo que hay, si Martín ascendió al equipo, que sea él quien lo baje. Para otros, este
equipo puede rendir más y, dirigido de forma más eficaz, obtener mejores
resultados. En medio se encuentra la Directiva, como luego veremos.
Que este equipo puede dar más, resulta diáfano. Ante el Alavés lo volvió a
dejar claro. Regresó el equipo desconcertado, sin referencias ni referentes en
el centro del campo, ni en la punta de ataque, donde el teórico nueve, Kodro, apenas pisó el área y anduvo perdido fuera de ella. Kenan Kodro sintetiza
la realidad de este equipo. El osasunismo le estará siempre muy agradecido y le
llevará en el corazón por su aportación en el play-off
de ascenso. Pero toca pasar página. Competir con el Alavés en Primera es otra cosa
muy diferente. Ya tuvo ocasión de sufrirlo en San Mamés, y el técnico de
comprobarlo. Dentro de un choque de trenes como el de Bilbao, cuela un pibote defensivo como Digard. Funciona. Sin embargo, a la hora de
crear juego lo normal es que naufraguen. Como le sucedió a Fausto Tienza
ante el Glorioso. No es lo suyo, y menos si se encuentra lejos de Torres y De
las Cuevas, situados en las bandas. Además, el equipo se queda sin creación,
sin enlaces con la parte de arriba, sin vida. Fue De las Cuevas, el que hoy por
hoy más fútbol tiene de largo en sus botas, quien trató de corregir el
clamoroso error. Debió hacerlo por iniciativa propia porque, cuando ya lo conseguía, el
entrenador (él sabrá si por convicción o por marketing) sacó a Otegui en esa posición en el eje del medio campo, y el
alicantino volvió a diluirse, esta vez en la media punta. Lo peor es que el equipo ahondó en su pendiente descendente.
De entrada, el equipo se rompió y llegó el
gol. No cuesta mucho entender que Osasuna como conjunto anduvo despistado, sin
ideas, a la deriva. Con más ganas que fe. Tras marcar el Alavés siguieron momentos de desconcierto total. El técnico
trató de armar un nuevo esquema con Berenguer y
Romero de extremos, antes de dejar ojoplática a la grada con un nuevo cambio, el
de Alex por Javi Álamo. Que en su día pudo
jugar de delantero, pero desde luego que ante el Alavés no lo demostró. Tampoco
tuvo tiempo. Cuesta tanto entender el cambio como la frase de Martín tras la
derrota. “El partido ha estado muy igualado y se ha determinado por un
detalle”, dijo.
El equipo rojillo aguantó la presión a los vitorianos poco más de un cuarto
de hora, le entregó el balón, y se dedicó poco más que a esperarle. De hecho
las dos ocasiones de la primera parte, y prácticamente de todo el partido,
fueronsendos contragolpes y un balón inesperado que dio de casualidad en el palo. En la segunda, un disparo de Kodro una de las pocas veces
que pisó área en todo el partido, agotó las famélicas estadísticas rojillas.
Mientras los vitorianos se hartaban de coordinar pases hasta que la grada
empezaba a protestar, al conjunto navarro le cuesta una enormidad articular
tres seguidos, y le resulta todo un lujo pisar el área rival. A partir de ahí,
quien decida esperar a la muerte dulce está en su derecho, como también lo está
quien piense que este equipo puede y debe dar más, articulado de una manera más
eficaz.
Pero, claro, también Osasuna como club atraviesa una situación harto
complicada, tanto o más que la de la tabla clasificatoria. A las zancadillas de
sus propios socios se unen los ataques inmisericordes del ‘Cuatripartito’. Los
primeros cuestionaron a la directiva por hacer su labor. Le demandan que
consulte a la asamblea hasta a qué hora hay que encender los focos en día de
partido, mientras el Gobierno le ataca en su
punto más débil, el económico. Hace falta un golpe encima de la mesa
y bien dado, o esto se va por el precipicio. Menos régimen asambleario y más
cordura, más sentido común. No sorprende que con
el equipo ocurra lo mismo. Carece de liderazgo, de
referencia, de personalidad. Cuando se le pide el mínimo plus,
naufraga. Cuatro derrotas y dos empates en los seis partidos de casa demuestran
que este equipo no compite. Una decepción en toda regla, pero aquí parece que
no pasa nada. Ya vendrá otro empatico.
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