Fran Canal, el factótum de Osasuna
Un presidente electo puede mandar
bien, mal o regular, pero no ejerce si delega en persona ajena que aparece
cuando le place, hace lo que quiere, sin rendir debidas cuentas, y encima a
15.000 euros al mes más incentivos variados. Desgobierno de uno y chollo para
el otro.
A Luis Sabalza ya solo le queda Fidel Medrano del equipo inicial. Algo falla. La Junta directiva a quien el
socio entregó la gestión del club toca fondo. Una gran parte de la culpa recae
en Fran Canal, que no
conoce esta tierra y juega con la idiosincrasia de Osasuna. Así lo ha denunciado el ya
exvicepresidente Pedro Baile.
La falta de un modelo de club, a la par que un alarmante vacío
de poder, ha entregado el desgobierno a un señor extraño, que hace y deshace sin que nadie le
diga basta. La pena es que Osasuna
ha culminado en manos de su nuevo factótum la peor temporada de su historia, y
aquí nadie rinde cuentas.
Osasuna es uno más de los negocios de Fran Canal. Más de treinta le contabilizó Baile.
Nadie le controla. Unas semanas pasa en El
Sadar tres, cinco o siete días, y otras ninguno. Nadie conoce las
horas reales que dedica al club o a dirigir desde aquí los compromisos de su
empresa. Siempre va a lo suyo. Imposible
saber si por ocuparse de Osasuna incluye el tiempo que pasa vendiendo favores a
cambio de que le faciliten lo que busca. Contenta a unos y otros para pasar de
puntillas y labrarse el futuro soñado. Se mueve felinamente en las distancias
cortas, y sabe sobre todo con quién hacerlo.
Llegó para tres meses y va
camino de los tres años. Auditoría, reestructuración interna, dirección
general, y… factótum. El
primer año dejó el fracaso a las
elecciones de la FNF, un barro en el que nunca debió entrar Osasuna, y sigue pagando caro, pero con
el que buscaba méritos personales en la LFP.
Ahí, tras la expulsión de Blanco y Lafón, empezó a tejer su tela de araña
culminada con la firma de nuevo contrato, presentado el día de la comida
navideña con la prensa. Robó relevancia a la Junta
Directiva, relegada a la foto del brindis y sin un mensaje a
transmitir, para quedarse con todo el protagonismo. Solo le faltó decir Osasuna soy yo.
Para mandar, Canal necesita quitar y poner
piezas. Defenestrado Baile por
sus desencuentros, en Alfonso
Ramírez encontró a su peón fiel. Le nombró escudero y portavoz al
mismo tiempo, le facilitó su presentación pública, y le ha correspondido con
sumo entusiasmo como correa de transmisión. Al margen de la labor soterrada
dentro del club, por ejemplo en todo lo que rodeó al trabajo y destitución de Caparrós y ascenso de Vasiljevic-Alfredo, o cómo ha
articulado el patrocinio del Xota sin
pasar por Junta, hay un
hecho que confirma la condición de factótum del
director general actual.
A la vista salta que los
estatutos, con contradicciones y faltas de ortografía, le importaban tres
puñetas. Los pactó con las fuerzas vivas de Graderío
Surque controlan la asamblea y el ambiente del estadio, limitándose él
a allanar el camino para que esta directiva no avale, puro engaño porque ahí
manda la LFP. No obstante,
lo que Fran Canal buscaba
fue asegurarse cuatro años más, los
del Centenario de club con toda su parafernalia. Mucha pasta. La campaña contra Vasiljevic y la Junta durante
los días previos le puso en bandeja convencer a los directivos remolones con la
propuesta y justificación del adelanto electoral.
A día de hoy, Fran Canal se ha hecho de facto dueño del club. Lo
maneja como quiere. Ha conseguido que la junta directiva le consienta cuanto
propone o decide directamente, y además le
ha hurtado la iniciativa y capacidad de gestión. Y da miedo, porque su ambición no parece tener
límites. Claro que El
Sadar, que ni es del club ni cumple normativa alguna de seguridad
interna o de estética externa, necesita una puesta a punto, pero de ahí a la megalomanía de un estadio en Antoniutti con
80 millones en el aire dista un abismo. ¿Hasta dónde se
dispararían, por ejemplo, los incentivos? ¿O simplemente se trataba de otra
baza electoral a olvidar después, como el plan para Tajonar todavía sin trazar? Más le
valdría centrar esfuerzos en un
proyecto para la próxima temporada, pura entelequia a día de hoy.
Afirmó Juan Ramón Lafón que un reparto de
funciones en la junta directiva haría innecesaria la figura de Fran Canal, y ahora la salida de Pedro Baileconfirma tales palabras. Una
junta directiva con funciones y mando no resulta incompatible con la figura de
un director general al
servicio del club, de la misma manera que también existe un director
financiero. Hay que concretar atributos y rendir cuentas, trazar planes de
trabajo con la exigencia de cumplirlos. Debe
funcionar la pirámide de mando y gestión. Si no, Osasuna siempre resultará ingobernable, o
mal gobernado, como ahora por quien se erige a sí mismo en factótum y
causa el desgobierno.
EL PERIODISTA JOSÉ MARI ESPARZA ES EL AUTOR DE
ESTE INTERESANTE REPORTAJE PUBLICADO EN EL
BLOG "NAVARRA.COM"
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