Ya se ha cumplido un año desde el ascenso en Girona. Aquel día,
todos juntos conseguimos lo que nos merecíamos. Quiero agradecer al Club
Atlético Osasuna y, sobre todo, a la afición el apoyo que he recibido durante
los tres años que he estado en Pamplona.
Gracias a esta gran familia, he podido madurar y crecer como
futbolista. Nunca me ha faltado de nada, ya que me habéis dado todo lo que he
necesitado en esta etapa. A pesar de los momentos difíciles que he vivido,
siempre me habéis hecho sentir como un rojillo más.
Poder jugar el Mundial con mi selección es el sueño que he
tenido desde que era un niño y, por eso, creo que dejar el Club en este momento
era la mejor decisión para todos, ya que también quería que Osasuna recibiese
una compensación por mí. ¡Muchas
gracias a todos! Eskerrik asko! ¡Osasuna
nunca se rinde! ¡Volveremos a Primera!
DE CASTA LE VIENE AL GALGO
Como desgraciadamente sucedió con muchos
futbolistas de élite de la antigua Yugoslavia, la Guerra de los Balcanes le obligó a reinventarse para buscarse el pan
fuera de sus fronteras. Meho Kodro (Mostar, 12 de
enero de 1967) llegó a España con 24 años, justo cuando se iniciaba un
conflicto bélico que dejó por el camino a familiares y amigos y que destrozó su
ciudad natal.
En el verano de 1991, la estrella realista John Aldrige (40 goles en 73 partidos) tomó la
sorprendente decisión de regresar al fútbol inglés, pero la Real Sociedad
reaccionó con agilidad y atino. Fichó a Kodro por
setenta millones de pesetas y el bosnio dejó una brillante hoja de servicios
durante cuatro temporadas (73 tantos en 129 partidos): «Fui muy feliz en la
Real. Es el club de mi vida. Y la ciudad es maravillosa. Por eso una vez que
terminó mi carrera nos quedamos aquí a vivir. Mi familia se siente muy
identificada con San Sebastián».
El delantero bosnio
sigue ligado al fútbol desde los banquillos. Llegó a ser hasta seleccionador de
su país, aunque ahora está sin equipo, y es padre de tres hijos: las chicas
Danila y Meleiha, y el varón Kenan, futbolista y
delantero, como su progenitor. El mediano de los Kodro se crió en el Antiguoko, club
de dónde salieron Xabi Alonso, Arteta o Adúriz, y allí fue dirigido por su
padre. Luego pasó a formar parte de las categorías inferiores de la Real
Sociedad hasta que en el verano de 2014 fichó por Osasuna, donde consiguió el
ascenso a Primera el pasado año marcando goles decisivos.
Meho cree que su hijo
tiene cualidades y talento para triunfar en el fútbol, aunque los inicios
hayan sido complicados: «El apellido fue más un peso que una bendición. Es muy
complicado el papel de mi hijo, mucho más de lo que la gente se piensa. Cuando
se marchó de la Real hace un par de años se liberó. Aquí en San Sebastián la
sombra de mi apellido es muy alargada», explica Kodro padre. Kenan le da la
razón: «El apellido pesa, tanto que hasta te
puede restar. Por eso cuando estaba en la cantera de la Real Sociedad, que la gente
me comparase con mi padre me provocaba ansiedad y nervios, y no podía vaciarme
ni mostrar mi fútbol, pero desde que estoy en Osasuna ya no me influye saber
quién fue mi padre»
Meho no es un padre
que esté todo el día encima de su hijo, «no me gusta agobiarle, solo darle
buenos consejos». Sabe que lo que él fue en el fútbol no en sencillo lograrlo y
por eso mima y cuida a su hijo con mucho tacto: «Lo único que le pido es que
tiene que tener su propio carácter. Que se olvide del apellido que lleva en la
camiseta. Su gran problema es que ha tenido una explosión tardía, pero ahora en
Osasuna ha encontrado su espacio y estoy convencido que va a crecer mucho en
Pamplona». «Así es, yo soy Kenan Kodro, no Meho Kodro, y estoy haciendo
mi carrera. Hay jugadores que maduran antes y otros después. Ahora estoy el
equipo adecuado dibujando mi propio camino» explica el hijo.
A sus 23 años, Kenan
es ya un héroe en Pamplona. Anotó el tanto del ascenso ante el Girona y lo
primero que hizo nada más acabar ese encuentro fue dedicárselo a su padre: «Ese
gol me emocionó más que cualquiera de mi carrera. La felicidad y el éxito de un
hijo no tiene comparación con nada». Kenan le avisó horas antes de que marcaría
y se lo dedicaría. Y así fue: «Él mejor que nadie sabe todo lo que hemos pasado
juntos entrenando y todo lo que yo había trabajado para ese momento. Pero
quiero más, y ojalá pueda dedicarle pronto mi primer gol en Primera». A ver si en el próximo Mundial con Bosnia puede repetir las gestas de su padre.
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