jueves, 21 de noviembre de 2019

IÑAKI WILLIAMS NO OLVIDA SU PASO POR PAMPLONA, QUE LE MARCÓ DE POR VIDA



“No teníamos nada, Pamplona nos ayudó y eso queda para siempre”

“Tengo fotos de niño con Webó, Puñal, Cruchaga...”
Su madre saltó la valla de Melilla embarazada de él antes de nacer en Bilbao. Había conocido a su padre en Ghana tras huir de la guerra. Con 15 meses se trasladaron a trabajar a Lerín en el campo y con 3 años llegaron a la Rotxapea, donde empezó todo

Es vivo, espontáneo, cercano. Energía pura. A Iñaki Williams no se le han subido a la cabeza los ceros en su cuenta corriente. Tiene contrato hasta 2028 y en Bilbao es un icono, pero siempre tiene presente de dónde viene y lo mal que lo pasó su familia. Es aquí cuando Pamplona entra en acción. En su barrio luchó para salir adelante y hacerse futbolista. Este domingo pisará El Sadar, un estadio que bien conoce cuando lo visitaba con sus amigos en la grada, tal y como confiesa en Diario de Navarra.
¿Se considera navarro?
Me considero en gran parte navarro. He nacido en Bilbao pero me he criado en Pamplona, donde están todas mis amistades, he estudiado y he crecido con mis padres. He hecho toda mi vida en la Rotxapea.
¿Suele venir mucho?
Es donde más desconecto con los amigos. Me siento como en casa. En Bilbao soy jugador del primer equipo y en Pamplona me tienen como muy visto (riéndose).
¿Su cuadrilla de siempre?
Sí, y con bajera. La seguimos manteniendo desde hace años. Siempre que puedo me escapo por allí. Es la costumbre. Cuando vine a Bilbao les hablaba a los compañeros de la bajera y no sabían. Le llamaban de otra forma. Es una gozada estar ahí.
¿Hace vida más allá de la bajera?
¡Claro! En el barrio me siento muy cómodo. También vamos a comer o a tomar algo. Algún juevintxo he podido disfrutar. Soy sanferminero. El día 6 es sagrado. No fallo si tengo vacaciones. Salgo con una camiseta que pone Rotxapea.
¿Cómo le tratan por la calle?
Muy bien. La gente en Pamplona me habla con muchísimo respeto. Eso es cariño. Es impresionante He crecido ahí y me considero de ahí. Los de Pamplona somos así.
Siga...
Por lo que me ha tocado vivir y soy como soy, somos gente cercana, gente amable. Vamos de frente. Atendemos a la gente con una sonrisa aunque parezca que somos del norte y más cortados.
¿A qué edad vino a Pamplona?
Con un año y tres meses. A los 18 años ya me marché a Bilbao.
Donde precisamente nació.
Sí. Mis padres eran refugiados de guerra y saltaron la valla en Melilla. Tuvieron la suerte de encontrarse con gente buena en el camino. Los mandaron a Bilbao y allí encontraron un asilo en el que yo pudiese nacer. A mis quince meses, Cáritas encontró un trabajo a mi padre en Lerín. Estuvimos hasta que cumplí 3 años, cuando tenía que ir al colegio. Nos mandaron a Pamplona, a la Rotxapea, donde me siento muy orgulloso de ser. Han sido años de mi infancia que jamás voy a olvidar. Recuerdo a las monjas de mi colegio. Mis padres tenían que trabajar y me tenía que quedar con ellas a dormir. Me daban de comer, me daban ropa, me ayudaban con las tareas del colegio. Gracias a esa gente tengo la suerte de estar donde estoy hoy.
¿Dónde estudió?
En La Compasión, Escolapios. Los profesores son cojonudos. Han tenido una paciencia con la gente que ha pasado por allí...
Tiene marcado todo aquello.
Si una cosa me han inculcado mis padres es el trabajo y el esfuerzo diario. No olvidarse de donde viene uno. Te tienes que acordar de todas esas personas que te han ido ayudando poco a poco, cuando no eras nadie y no tenías absolutamente nada. Pamplona nos ayudó. Eso queda para siempre. Esas son las personas que realmente valen. Ahora es más fácil que se me puedan acercar. Hay gente que se acerca por el interés de ser quien soy ahora ¿sabes?
¿Y usted qué hace?
Es fácil de diferenciar. La gente que ha estado conmigo desde siempre tendrá un “sí” por mi parte.
Su padre tuvo que irse.
No llegábamos a fin de mes. Sobre el año 2007 compramos un piso en Buztintxuri de protección oficial. Para poder pagarlo, se fue a Londres a ganar dinero. Tuvo que estar más de diez años. Prácticamente he crecido sin la figura paterna. Ha sido mi madre la que nos ha cuidado a mi hermano (nacido en 2002, ocho después que Iñaki) y a mí. Y aun así, ha tenido que trabajar, por lo que he tenido que madurar antes.
¿Qué le tocaba hacer?
Le hacía la comida a mi hermano, le ayudaba a hacer los deberes, le llevaba a entrenar, me preparaba yo la bolsa solo... Si hubieran estado mi padres y mi madre juntos, habría sido más fácil de organizar, pero esto sirve de lección de vida. Eso me ha ayudado a estar donde estoy.
¿Se quedaban los dos solos en casa?
Muchas, muchas, muchas veces. Me acuerdo que una vez llegamos del colegio para comer y no había luz. No se podía cocinar. Nos la habían cortado. Yo tendría 12 años y mi hermano 3. Fue chocante. Soy consciente de que a mis padres les ha tocado mucho trabajar. Fue una época muy mala. Ahora me alegro porque valoro mucho más las cosas. Te das cuenta de todo lo que has conseguido, todo lo que has sufrido. Dices, ¡madre mía, qué suerte he tenido!
¿A qué se dedicaba su madre?
Sobre todo a trabajos de limpieza. También cuidando a personas mayores, reponedora en el Eroski... Mi madre es extranjera, prácticamente sin estudios, y cogía los trabajos que nadie quería. No quedaba otra. Había que llevar dinero a casa para dar de comer a sus hijos.
¿Era un estudiante aplicado?
No te voy a mentir... No era muy bueno. Mis padres no pasaban mucho tiempo en casa. Siendo un chaval, te vas a la calle y estás todo el día jugando a fútbol. Del colegio nunca llamaban para decir que Iñaki se portaba mal. He sacado la ESO y un grado medio, pero tampoco era un chaval que iba a ser un médico. Era normal, iba aprobando sin sacar dieces.
Los dieces lo sacaba con el balón.
Jugábamos en el parque de los Enamorados. Siempre que salíamos del colegio íbamos directos. Mi clase era el B y jugábamos siempre contra los del A. Aquellas tardes de fútbol eran espectaculares.
¿Ya destacaba?
Corro mucho y de pequeño se notaba mucho más. De mi clase era el más rápido. Cogía el balón, lo echaba hacia adelante y con eso ya valía (ríe). Era una ventaja. La velocidad ha sido una cualidad innata mía.
¿Cuál fue su primer equipo?
El Club Natación. Mi vecino Xabi jugaba allí, cuatro años más que yo. Le veía desde la ventana jugando en su terraza. Me dijo si quería bajar y le pregunté a mi madre, que me dejó. Su madre me vio maneras. Subió a hablar con la mía y le comentó que podía preguntar en el Natación para apuntarme. Tenía 3 años, era pequeño. Me dejaron entrenar con el equipo de Xabi, con mayores. Cuando cumplí los 6 me federé y comencé a jugar partidos. De ahí pasé al Pamplona con 14 años.
¿Era de Osasuna?
Creces en Pamplona y te gusta Osasuna. Además a todos tus amigos les gusta Osasuna. Pero siempre he sido del Athletic. ¿Por qué? Era como el raro de mi cuadrilla, pero eso es lo que me había inculcado mi padrino desde pequeño. Me regalaba todas las equipaciones. También me gustaba Osasuna. Además el Club Natación era convenido y nos daban entradas para ir a El Sadar. Yo he animado a Osasuna con todos mis amigos. También al Athletic. Se dieron las circunstancias de que acabé fichando por un filial del Athletic, fui a Bilbao y soy del Athletic a muerte.
¿Qué ha significado la relación con Félix Taínta?
Ha sido como un segundo padre para mí, más que un representante. Le conocí en cadetes. Sabía la necesidad que había en mi familia. Mi padre no estaba y él me ayudó mucho. Intentaba llevarme a entrenar, me daba material deportivo. Solo tengo palabras de agradecimiento.
¿Es verdad que usted fue árbitro?
¡Sí! La Rotxapea es un barrio humilde con gente trabajadora. Los padres no nos daban la paga. Nos dijo gente mayor del barrio que podíamos ir a la federación para ser árbitros de niños. Pitaba dos o tres partidos. Lo alternaba con los míos que jugaba. Iba apurado de tiempo con la bici a todos los lados. Me sacaba 20 o 25 euros y le daba a mi madre 10. Íbamos a los futbolines de Sancho el Fuerte, a Yamaguchi, al McDonalds. Ahí pasábamos muchas tardes.
¿Qué tal era con el silbato?
Intentaba no molestar mucho. Sé lo que es que te estorben los árbitros. Arbitrando me molestaban más los padres que los niños de 6-7 años.
¿Los suyos iban a verle?
De niño nunca, porque trabajaban o lo que sea. No teníamos coche además. La primera vez fue la selección navarra en un campeonato sub 18. Me puse súper nervioso. Pero al final salió todo bien. Ese torneo fue el que me endiosó para ir al Athletic.
¿Siguen en Pamplona?
Están en Bilbao, pero les gusta ir a Pamplona. No tienen carné de conducir y muchas veces cuando voy, les llevo o van en autobús. Seguimos manteniendo la casa, y yo me he comprado otra allí. Mi hermano nació en Pamplona pero no ha vivido tantos años como yo.
¿Es bueno jugando?
Dicen que es mejor que yo. Juega en el juvenil. Técnicamente me da mil vueltas. Le digo que se le tiene que notar el hambre, la garra, la presión al rival. Va sobrado de calidad, lo contrario a mí. Le intentamos inculcar que sin trabajo no logras lo que quieres y va a venir el de al lado y te va a quitar lo que crees que es tuyo.
¿Osasuna le quiso alguna vez?
Cuando estuve en el Club Natación entrené muchos años en Tajonar. Me conocían muy bien pero nunca se decidieron por ficharme. Acabé en un club convenido del Athletic. Coincidió que me quisieron cuando iba a ir a Bilbao, pero el Athletic tenía preferencia. Me daba pena tener que dejar a mis amigos y mi vida en Pamplona, pero también tenía sentimiento por el Athletic. Era lo mejor para mí. Y mira dónde estoy.

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