Es difícil hacerlo tan mal. Romper en apenas cinco meses una ilusión
levantada día a día sobre los cimientos de un club roto, saqueado en lo
económico, desestructurado en lo deportivo y bajo la lupa del juez. No sin
dificultades, el osasunismo había conseguido remontar en dos años, alcanzando
una situación insospechada: retorno a Primera división con el añadido de una
importante inyección económica en millones de euros. Pero la gestión desde los
despachos no ha estado, en ningún momento, a la altura del comportamiento del
equipo, al que ahora se le vapulea por todos lados.
Martín vivió siempre con la soga de los plazos colgada del cuello: nunca gustó a los dirigentes ni a su asesor. Si hubiera perdido en Eibar, lo habrían echado esa misma noche. El presidente, Luis Sabalza, ha sido desagradecido en su comportamiento, cobarde en su actitud, hueco en sus objetivos y mutable en sus opiniones. Quería a Caparrós -ya hablaba de él después del partido en Sabadell...- y para traerlo pasó incluso por encima de la opinión de Vasiljevic, que no era muy favorable al técnico andaluz y si a la opción de Luis García Plaza, quien ayer mismo revelaba en público sus contactos con Osasuna.
Martín vivió siempre con la soga de los plazos colgada del cuello: nunca gustó a los dirigentes ni a su asesor. Si hubiera perdido en Eibar, lo habrían echado esa misma noche. El presidente, Luis Sabalza, ha sido desagradecido en su comportamiento, cobarde en su actitud, hueco en sus objetivos y mutable en sus opiniones. Quería a Caparrós -ya hablaba de él después del partido en Sabadell...- y para traerlo pasó incluso por encima de la opinión de Vasiljevic, que no era muy favorable al técnico andaluz y si a la opción de Luis García Plaza, quien ayer mismo revelaba en público sus contactos con Osasuna.
Sabalza sigue
encadenando un error tras otro, sin recapacitar sobre sus funestas consecuencias.
Tampoco sus directivos ayudan, más pendiente alguno de ellos de azuzar o de
increpar a gritos a los periodistas -y de paso echar otro pozalico de mierda a
los jugadores...- que de asumir sus errores. Solo Alfonso Ramírez da la cara y
trata de componer con temple unas explicaciones que, sin darse cuenta, siguen
el mismo argumentario que expuso Martín durante su etapa al frente de la
plantilla.
Esta destitución de
Caparrós es la marcha atrás, pero con el hándicap de que lo que ahora hay bajo
los pies de Osasuna es tierra quemada: el proyecto está hecho trizas y la
plantilla hundida. En este sentido, los dos meses de Caparrós han sido
funestos, sobre todo en lo que afecta a algunos chicos de la cantera como Unai
y David García, o pesos pesados del vestuario. Creo que no habían transcurrido
cuatro semanas desde su desembarco en Tajonar cuando algunos jugadores pidieron
hablar con el presidente para exponerle sus desencuentros con el nuevo
entrenador. Cuentan que Sabalza se sacudió el problema desafiándoles a que
expusieran sus quejas en una rueda de prensa. Ayer, el presidente no tuvo
empacho en dejar caer sus dudas sobre el rendimiento de los jugadores. A la
misma hora, ya circulaba un whatsapp que, en el mismo tono y anonimato del que
lanzó infundios y calumnias sobre Martín, trataba de cargar ahora con el peso
de las culpas a los futbolistas. Demasiada coincidencia. Muy sucio.
La plantilla es otra víctima de esta
dirección caótica del club. Estaba acostumbrada a una otra forma de trabajar,
más cercana y casi personalizada. Nadie conocía sus virtudes y defectos mejor
que Martín. Y también Alfredo Sánchez... De ahí que en esta decisión de
entregar la plantilla a Vasiljevic, el papel de Alfredo sea más relevante que
el de un secundario. Él es quien debe levantar y motivar a los jugadores. Y
vaya usted a saber si no será también quien decida planteamientos y
alineaciones. Alfredo, ya cuando llegó Caparrós, era la bala en la recámara por
si las cosas salían mal, como así ha sido. En fin, ya lo he escrito otras veces:
esto ha sido un viaje a ninguna parte. Un viaje en el que el único desenlance
posible, vistos los resultados, sería arrojar lastre por el camino. Y el lastre
es el presidente y sus directivos. Su gestión solo ha aportado inestabilidad
institucional y mal rollo en lo social. Les viene muy grande. Juan Ramón Lafón
y Eva Blanco anunciaron una moción de censura. Es el momento. Martín Monreal
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