miércoles, 25 de junio de 2014

JULIÁN ARANAZ Y ÁNGEL RÍA, DOS ILUSTRES DE CADREITA UNIDOS POR LA JOTA

Angel Ría (d), de 82 años, recibe de la presidenta del Gobierno foral, Yolanda Barcina (i), el Premio Empresario del Año.. EFE


El homenaje a Julián Aranaz, maestro de la jota navarra, nos ha llevado en el día de hoy a Cadreita para recoger de su amigo y paisano Ángel Ría una bandeja individual de conservas para cada uno de los directores de las rondallas participantes en la la XIII Concentración este domingo en el Gayarre con homenaje sonado al decano de la jota navarra.
Cada lote contiene: cardo, acelga, menestra, pimientos, espárragos, tomate y un catálogo de la firma navarra.
Tanto la secretaria Marisol como la hija Lidia me han atendido en todo momento de maravilla y el Gayarre será testigo de nuestra entrega que hará feliz al paladar más exigente.
Y como de bien nacidos es ser agradecidos ofrecemos la biografía de Ángel Ría,  empresario del año, que unirá su vida a la del jotero más famoso que ha dado Cadreita en toda su historia.

CUENTA CON 300 TRABAJADORES Y UNA FACTURACIÓN DE 300 MILLONES DE EUROS ANUALES

ÁNGEL RÍA, EMPRESARIO DEL AÑO




El conservero Ángel Ría, de 83 años, recibió el pasado mes de enero el Premio Empresario del Año 2013 por su trayectoria de cinco décadas en el sector agroindustrial a través de su grupo que emplea a una media de 300 personas cada año y factura 300 millones de euros anuales.

El galardón reconoce la labor de este empresario que comenzó en 1962 en una bajera de Cadreita enlatando tomate y que ahora preside el grupo que lleva su nombre, compuesto por tres empresas: Conservas Ángel Ría y Viñedos Ría, en Cadreita, esta última, especializada en el cultivo del tomate, pimiento del piquillo, verdura o espárragos, materia prima que abastece a la fábrica conservera; y Finca Cadreita, en Sevilla, dedicada al cultivo de naranjas. Viñedos Ría produce 120 hectáreas de vid que distribuye a Bodegas Piedemonte, donde la empresa tiene una participación del 40%.
Además del Grupo Ángel Ría, dispone de otra empresa, denominada SAT Espetietar, en Cáceres, donde se cultiva espárrago y puerro para comercializar en fresco y tabaco rubio virginia, que se vende para transformar. Una finca que compró al Marqués de Griñón en 1982. Entre Navarra, Cáceres y Sevilla, este empresario dispone de 900 hectáreas.
El grupo y Espetietar facturaron el año pasado 30 millones de euros, un 23% más que un año antes y en 2014, esperan aumentar un 20% las ventas, con lo que supondrá un aumento de la plantilla. Además, emplean a una media de 300 personas cada año, que llegan a los 750 en temporada alta -entre marzo y abril-, de los que el 80% trabajan en la Comunidad y el 20% restante entre Extremadura y Andalucía. La exportación representa el 40% de su facturación, con Francia y Portugal como principales destinados, a los que se añaden Alemania, Suiza e Italia.
El presidente del grupo, Ángel Ría, explica que el negocio está respondiendo bien a la crisis económica, una evolución positiva que achaca a "la calidad, seriedad y experiencia del grupo tras 50 años en el mercado y a la desaparición de competidores que han cerrado por la actual coyuntura económica. Estas conserveras han dejado un nicho de mercado y clientes que hemos captado nosotros, tanto para servir en España como en el exterior, en Portugal, por ejemplo".





SUS PRODUCTOS, UN PLACER DE LOS SENTIDOS

Sus productos se comercializan con las marcas Son Ría y Rosa de Ría en el sector de los supermercados, delicatessen y canal Horeca, además de atender la demanda de marca blanca. Entre su cartera de clientes se encuentra DIA, Aldi, Lidl o Caprabo-Eroski, entre otros muchos.
el producto estrella, el tomate El principal producto de la conservera es el tomate, con una producción de 22 millones de kilos al año; además del espárrago, con 400.000 kilos; verduras, como cardo y acelga, con 500.000 kilos cada uno de ellos, y pimiento del piquillo, etc. "Antes, el sector prefería embotar muchos productos para lanzar al mercado; en cambio, ahora, las conserveras se decantan por especializarse en alimentos concretos, con mucha más maquinaria".




UNA TRAYECTORIA EN LÍNEA ASCENDENTE

Este empresario navarro resume así su trayectoria en edades concretas: "Con nueve años iba algún día al campo a ayudar a mi padre; con diez, acompañaba a un vecino que iba con las caballerías a labrar a las Bardenas o a roturar al monte; con 16, compramos una segadora; con 21, el primer tractor; con 23, una trilladora y, luego, una cosechadora, con 30 me independicé de mi padre y con 31, monté una conservera porque en Cadreita y en los pueblos de alrededor era lo único que había". Una vez perfilado el negocio en Navarra, Ría se trasladó a Andalucía, donde decidió emprender en esta comunidad y posteriormente en Extremadura, desde donde comenzó a exportar espárrago fresco en 1981 a Alemania. Ahora lo hace principalmente a este país y a Suiza, además de a Francia y a Italia. "En España ha subido mucho el consumo de espárrago fresco"..

Las claves





EL PADRE DE LA CRIATURA CONFIESA

 "He viajado bastante, unas veces por necesidad y otras por curiosidad, aunque siempre sale algo de actualidad. Todo el tiempo lo he empleado en el negocio, porque, según dicen, en este mundo sólo se vive una vez y nunca he dejado el negocio por la diversión. Primero la obligación y luego la devoción", detalla A. Ría.






ESTÁ ESTUPENDO, NO PARA EN TODO EL DÍA

Ahora, a sus 83 años, el despertador le suena todos los días a las ocho de la mañana, desayuna, lee la prensa, se toma un pincho en Los Abetos y acude a la conservera o al campo; después de comer, se echa un café de media hora con los amigos y nuevamente se va a la fábrica. "No paro en todo el día. Hay muchos asuntos que supervisar", recuerda Ría, que sigue al frente de su empresa familiar, en la que trabajan sus cuatro hijos. Fernando preside la bodega Piedemonte; Ángel Carlos y Lidia trabajan en Navarra; y Jorge vive en Cáceres y gestiona SAT Espetietar. "Cuando comencé a trabajar en este sector en 1962, en los pueblos solo había conserveras y molinos: en esta zona de la Comunidad, convivían hasta 180; y solo entre San Adrián y Azagra, se contabilizan unas 40. En cambio, ahora, entre estas dos localidades hay dos o tres", analiza Ría. A este empresario, le tira más el campo que el proceso de transformación, "porque es más divertido y variado". Sin embargo, se mostró preocupado por el futuro del sector primario: "Hace poco le comentaba a un amigo: dentro de 50 años, cuando el mundo esté mucho más desarrollado de lo que está ya ahora, los agricultores tendrán que cobrar más por trabajar en el campo que un notario o un abogado, ya que no hay quien lleve la tierra". Ría achaca esta tendencia "al descenso de la natalidad y a la opción de una formación universitaria por parte de las nuevas generaciones".

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