Miguel Gainza es director de la rondalla Yoar. El grupo nació hace 20 años con 28 voces e instrumentos. Hoy son 36 y suman cerca de 30 conciertos.
"Poco antes del concierto vi en la
sala a una persona en silla de ruedas, como dormida, cabizbaja. Cuando
empezamos a cantar y sonaron los instrumentos despertó. Movía los labios, como
si cantara de algún modo con nosotros. Sonreía”. La escena sucedió hace un tiempo
impreciso en alguna residencia de
ancianos de Pamplona. Para quien lo cuenta, Miguel Gainza, debió ser un momento mágico, de esos con mariposas en el estómago. “Hacer
felices a los abuelos es lo mejor de todo esto”, desnuda su sentimiento el
director de larondalla
Yoar. La forman una treintena
de jubilados, de entre 63 y 86 años. Estos días viven su temporada “altísima”
con la agenda llena de citas de cara a San Fermín. Pero antes tienen una cita histórica en su trayectoria: debutan
en el teatro Gayarre el domingo 9 de junio
en la XVIII Concentración de Rondallas junto a grupos como “Rondalla Armonía”
de El Vergel, “Cantando en el tiempo” de
Pamplona, “Rondalla guitarras” de Olite, la “Rondalla de Zizur” y la “Orquesta
Deleite” de pulso y púa, que se desplazará de Santa Cruz de la Zarza (Toledo).
“Hace poco fuimos teloneros de Puro Relajo. Eso ya es mucho”,
confiesa Miguel Giainza. Fue en Burlada, en un encuentro benéfico para Caritas.
Lleva tres años como director del coro. Otros cuatro largos cantando en él. “No
tengo formación musical, dicen que oído sí. Toco el acordeón y, bueno, nos
vamos apañando”, explica cómo cogió la batuta del grupo. “Lo elegimos entre
todos, es muy buena persona. A veces nos riñe un poco, pero bueno”,
interviene Elvira
Valdemoros Garde. Acaba de cumplir 84 años y es una de las veteranas del grupo. Recuerda
que iniciaron la andadura en noviembre de 1998, hace ahora veinte años, desde
marzo de 1999, ya con estatutos. Eran 28 personas, veinte hombres y ocho
mujeres, entre voces e instrumentos. Quedan cuatro de aquellos. Elvira es una.
“Seguiré hasta que no pueda más”, afirma contundente.
Recuerda aquellos años en que cantaban
mañana y tarde en Navidad y lo mismo en Sanfermines. Ahora han echado algo el
freno. No es que a Elvira y a sus compañeros les falten ganas. Esas no han
mermado. Pero es complicado llegar a todo. Gainza sostiene que también ellos deben conciliar. “La Navidad es
familiar y, al final, si estás todo el día fuera no ves a los tuyos, no sé...”,
trata de encontrar el equilibrio.
Hoy integran la rondalla 36 personas, mitad de hombres y mujeres
en las voces, y en la decena de instrumentistas, dos féminas, una con la guitarra, y
otra con el acordeón. Hace unas semanas anunciaron en la sección de avisos de
este diario que buscaban voces femeninas para la rondalla. Ya las han
encontrado. “Se presentaron tres”, agradece Miguel y explica que se trata de
algo periódico. “Es normal que haya bajas, por enfermedad, porque alguien no lo
puede compaginar, o porque no está a gusto o no se adapta. Pero los huecos se
cubren pronto”, subraya la cantera.
Yoar es la asociación de jubilados más numerosa de Navarra. Con sede en la calle Arrieta de Pamplona, suman más de 5.600 socios y ofrecen distintas
actividades deportivas, culturales, o de formación. La rondalla, precisa Miguel
Gainza, “es solo una pequeña parte” dentro de esta amalgama. Pero también es el
grupo que lleva el nombre de la entidad por tantos rincones. Ahora sobre todo
de Pamplona y la Comarca, hasta hace unos años de distintas localidades de
Navarra e incluso de fuera de la Comunidad. “Eran otros tiempos”, valora
Gainza, También económicos. Pero nunca han dejado de acudir a las residencias
de mayores, ni al psicogeriátrico San Francisco Javier, donde cantaron hace
unas semanas, y donde tienen ya rostros conocidos encantados de bailar boleros
y rancheras.
El repertorio de la rondalla es diverso,
además de los boleros y las rancheras, la canción melódica e incluso jotas, “si hace falta”. La carpeta de las
partituras es bien gruesa. Contiene unas 160 oobras, pero al final se quedan en
unas veinte por conciertos de una hora, más o menos. “Tenemos de todo, pero
casi tiramos más a lo más clásico, a la música de siempre”, cuenta Miguel. Esas
notas que, a buen seguro, despiertan recuerdos tal vez aletargados, en algunas
personas añejas. “Y a mí me gusta mucho la zarzuela, escucharla, y cantarla si
pudiera”, concluye Elvira Valdemoros.
Para el Gayarre han elegido de su repertorio
estas dos obras:
- “Choría chorí” (de Mikel
Laboa)
- “La cruz del olvido”
(de José Serrano)
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