LA OTRA CRÓNICA DE JOSÉ MARI ESPARZA
A Osasuna le remontaron de nuevo en el tiempo reglamentado. Menos mal que la entrada de Miguel de las Cuevas forzó la prórroga, aunque fuera en el descuento y a través de un fallo clamoroso del portero manchego.
“Carvajal-Carvajal, Carvajal te quiero”
cantaban en El Sadar al
portero del Albacete durante
la prórroga. Sin él, la Copa habría
mareado a Osasuna, tocado y hundido. Así de cruel es el fútbol
unas veces, en este caso para los manchegos, noqueados por el balón que se le
escapó a su guardameta, o así de dadivoso.
Que se lo pregunten a Diego Martínez que ya daba por
hecho otro estrepitoso fracaso. Su equipo sigue sin funcionar, pero superó la
eliminatoria, que es de lo que se trataba, y logró su primera victoria, aunque
para ello necesitara 120 minutos, es decir, la media hora de regalo de la
prórroga.
Este Osasuna sigue sin convencer. Volvió a resultar un conjunto plano
hasta los minutos finales del segundo tiempo, cuando la entrada en el campo de Miguel de las Cuevas desatascó su
juego y empujó al equipo hacia arriba. Hasta entonces, más de lo mismo, de lo
sufrido la temporada pasada y que continúa en ésta. En la primera parte ni un solo disparo entre los
tres palos. Apenas dos tiros lejanos de Mateo y
un flojo cabezazo de Xisco,
un balance muy pobre para un
partido de Copa en casa y al K.O., máxime si el Albacete anotaba en su haber dos
uno contra uno ante el portero y un balón al larguero.
Un libre directo de Fran Mérida adelantó a los
rojillos, nuevamente remontados, y una vez más a balón parado por partida
doble. La historia se repetía, pero con el agravante de la nocturnidad. Con la
eliminación de facto campando en el marcador, la alineación de refresco seguía
sin articular una jugada, sin crear peligro alguno. Los jugadores no transmiten sensación de
conjunto. La disciplina táctica les atenaza, les encorseta, la deja
maniatados. Descuella cada uno al hacer la guerra por su cuenta, a
intermitencias, sin continuidad, y siempre muriendo en la nada. El doble pivote Torró-Mérida, pese a sus esfuerzos
ímprobos, se desvanecía en la creación, agostada todavía más con un Roberto Torres desconocido por su
bajo nivel.
Con toda lógica, aparecieron los pitidos en la grada, abundantes
y recurrentes. Osasuna tampoco
había sabido aprovechar la subida en tromba manchega para matar al contragolpe,
ni daba síntomas de vida. El equipo se muestra lento, sin ideas ni reflejos,
previsible, torpe, con más juego directo, al patadón, que elaborado. La pizarra teórica de Diego Martínez no
encuentra su prolongación en la práctica sobre el césped. Demasiados
jugadores sufren problemas para ubicarse con sentido o para enlazar con los
compañeros. Y, repito, los detalles positivos aparecen en acciones individuales
intermitentes, sin solución de continuidad ni eficacia de conjunto.
Afortunadamente, casi todo cambió con la entrada de Miguel de las Cuevas, que movió el
equipo desde atrás, se metió entre líneas, entró por banda y, como Mateo, tiró a puerta.
Gracias a ese empuje de De las Cuevas llegó el error del
guardameta Carvajal,
que mató a sus compañeros. Ya estaban fundidos físicamente, y desde entonces
también mentalmente. La prórroga resultó un auténtico calvario para los
manchegos. Y también para los espectadores, porque si bien llegó acompañada de
los festejos del pase en la eliminatoria, en lo futbolístico tampoco fue para
echar cohetes. El tan cacareado técnico Diego
Martínez sigue con demasiadas asignaturas pendientes. La principal, la
creación de peligro, pisar el área con balón, disparar a gol. Si no, también desaparecen las buenas hechuras
conseguidas en defensa. No es casualidad que Osasuna se haya
adelantado en los cuatro partidos disputados y, de una forma u otra, en los
cuatro partidos le han remontado.
En una alineación híbrida, con
mezcla de habituales y no tanto, habría que hablar de las caras nuevas, caso de Aitor Buñuel, Lillo, Mateo,
y también del estreno en el once inicial de David
García, Torró o Xisco, pero otro día será. El partido ya resultó demasiado largo de
por sí, y a horas intempestivas. Mejor dejarlo ahora en lo positivo, en el pase
de eliminatoria, aunque sea por la puerta de atrás, o la gatera, da igual. Lo importante es que Osasuna entrará en el
bombo.(Navarra.com)
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