JULEN LOPETEGUI, SELECCIONADOR NACIONAL
DE FÚTBOL, OFRECEMOS UNA SEMBLANZA DEL PELOTARI DE ZUBIRI, 43 AÑOS DE EDAD, QUE REGENTA EL HOTEL QUINTO REAL JUNTO AL PANTANO DE EGUI.
SUELO COINCIDIR CADA SEMANA CON FERNANDO
EN LOS CAMPOS DE FÚTBOL PUES SU HIJO AMET JUEGA DE PORTERO, POR CIERTO MUY BIEN, CON MI NIETO GORKA EN LAS FILAS DE OBERENA 11 AÑOS.
Fernando Goñi no es el único pelotari
que ha decidido invertir en el mundo de la hostelería. Los hermanos Olaizola
regentan desde hace varios años una sidrería en Hernani y Rubén Beloki es socio
de un hotel en Irurtzun con Jorge Nagore. Pero el zaguero de Zubiri fue el
primero que dio el paso.
Con el apoyo inicial de su hermano y un par de amigos se lanzó a la
aventura de hacerse cargo del hostal Quinto Real de Eugui, con unas vistas
maravillosas sobre el pantano que abastece de agua a Pamplona. El edificio, con
una antigüedad de cuarenta años necesitaba una reforma integral. Se había
quedado obsoleto. Los anteriores propietarios eran gente mayor y ya no podían
hacerse cargo del establecimiento. Fernando Goñi vio allí una inversión para el
futuro. «Eugui siempre me ha parecido un sitio muy atractivo», nos dice.
La localidad navarra, de 350 habitantes, donde se respira tranquilidad en
cada esquina, está a sólo siete kilómetros de su Zubiri natal y a veinte más de
la Plaza del Castillo de Pamplona. Vamos, como quien dice a tiro de piedra.
En un principio lo tuvo en régimen de alquiler, pero llegó el momento de
dar el paso y adquirirlo en propiedad. Lo hizo y reconoce «estar metido hasta
las cejas» para hacer frente a la inversión que tuvo que realizar. «Tiramos
todo, de arriba a abajo».
El hostal Quinto Real es ahora un coqueto establecimiento que cuenta con 18
habitaciones, comedores, zona de juegos infantiles, parking. Tiene una
categoría de dos estrellas y, sobre todo, unas impresionantes vistas sobre el
pantano de Eugui. Con una plantilla que oscila entre diez y doce personas, según
temporada, la mayoría del propio Eugui y de Pamplona, Fernando Goñi es la punta
de la pirámide. «Aquí hago de todo, desde coger el teléfono hasta atender en la
barra del bar. Hay que trabajar mucho para sacar el negocio adelante, que no es
fácil. Menos mal que la familia te echa una mano cuando más lo necesitas. El de
casa siempre tiene que dar más el callo».
El zaguero de Zubiri se arrepiente de no haber estudiado «más que hasta
BUP», pero no por ello ha dejado de formarse, además de jugar a pelota. En
otoño y en invierno suele hacer cursos de gestión hotelera y marketing on line.
Incluso tiene su propia página en internet www.Quinto Real.com Quiere estar al día, quiere tener información. Quiere ser competitivo, como
en la cancha. «Internet es una herramienta básica de trabajo hoy en día. Suelo
entrar bastante. Me gusta realizar estadísticas para saber de dónde viene la
gente a visitarnos. En este negocio tienes que hacerlo todo tú, en un hotel
pequeño tú debes buscar al cliente, no esperar a que recale en tu
establecimiento». Su próximo objetivo es recalificar la propiedad como hotel
rural para obtener una subvención y realizar diversas mejoras.
Su clientela se compone, principalmente, de familias con hijos y grupos
organizados que sobre todo buscan, en opinión de Fernando Goñi, «tranquilidad y
estar en contacto con la naturaleza». Ofrece una cocina tradicional en la que
destaca la mano de su madre, María Felisa. Sus platos estrella son
los relacionados con la caza y los hongos. .
La crisis económica también ha llegado hasta Eugui. «Se nota, claro que se
nota. Sobre todo en el día a día. Mucho más que en el turismo y en el ocio. La
gente tiene menos alegría a la hora de meterse la mano al bolsillo». De ahí que
la oferta de menús económicos haya calado entre sus huéspedes.
Casado con Irantzu, llevan juntos desde que debutó como profesional, tiene
dos hijos: Amets y Kepa. El primero cumple doce años en mayo y el segundo ocho, también en mayo. «Aquí, en septiembre, es la época de la berrea», bromea
Fernando Goñi al intentar explicar la coincidencia en las fechas de los
nacimientos de sus chavales, a quienes habla en euskera. Ambos estudian en una
ikastola en Pamplona, donde reside toda la familia.
Reconocer ser «un poco cocinillas», sobre todo en su domicilio, pero su
gran hándicap es la falta de tiempo. «Me gusta hacer cualquier tipo de pescado
al horno. Los guisos ya son más complicados. Hay que tener mucha paciencia y
una buena mano. Esos detalles marcan el estilo de cada establecimiento».
Su hobby es «estar con la familia y los amigos». En invierno se acuesta
pronto, entre las 21.30 y las 22.00 horas. Le gusta leer cuando está inmerso en
la competición, libros entretenidos, que enganchen. Ve poco la televisión «algún partido de fútbol y las noticias, poco
más». Está entregado a su familia y a su negocio.
Curiosamente, desconoce el número de txapelas que ha conseguido a lo largo
de su carrera. «No las he contado. Puedo tener unas cuarenta». Su padre, José
Antonio, le refresca la memoria. «Tiene tantos trofeos como para cargar un
camión», apostilla.
Se define como «deportista» antes que «pelotari» y destaca por su carácter
competitivo. Desde niño. Fue campeón navarro ya en categoría benjamín. Siempre
ha jugado de zaguero. Sólo en una ocasión lo hizo en los cuadros alegres, en
una final del GRAVN cadete, en la que formó pareja con Rubén Beloki. La cosa no
le fue bien. Perdió y no lo olvida, pese a que han pasado muchos años desde
entonces.
CON EL SELECCIONADOR NACIONAL DE FÚTBOL,
JULEN LOPETEGUI Y VARIOS PELOTARIS
RECORDANDO VIEJOS TIEMPOS
ESTE FIN DE SEMANA EN EL
HOTEL QUINTO REAL DE EUGUI
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